Mientras los populistas estadounidenses defienden el sistema contra quienes creen que lo han traicionado, en Europa el populismo es sinónimo de demagogia, de soluciones fáciles para problemas graves. Pienso que en América Latina la definición de populismo se asemeja a la europea, pero tiene un disfraz de izquierda solo porque el vocablo proviene de la palabra pueblo, que no es lo mismo que justicia social o económica. El populismo latinoamericano convive con el nacionalismo que, a veces, puede ser izquierda aunque siempre vuelve al lecho derechista.
En Europa, una solución fácil para los neonazis de Alemania (NPD, ganaron una diputación en las euro elecciones) es expulsar a 12 millones de personas que no consideran racialmente puras. Partidos similares de Holanda, Suecia y Dinamarca que, de acuerdo a su historia, han tenido movimientos nazis antes y durante la segunda guerra, la soluciones se sintetizan en el slogan: “Dinero para los ancianos, no para los inmigrantes (la última palabra suele cambiarse con el vocablo: gitanos, en países donde los romer son minoría como en Hungría, Rumania).
Estas “soluciones fáciles” se complican aún más si se las compara con las que tuvo Hitler en su tiempo. Los nazis del NSDAP (partido de Hitler), en su congreso fundacional de 1920, hablaban de “expulsar a los judíos”, hoy sus herederos europeos quieren deshacerse de turcos, musulmanes (detrás del término religioso están árabes, africanos y magrebíes, aunque sean ateos), inmigrantes, - aunque no lo dicen en voz alta – judíos, ni siquiera los que llegaron con estatuto de refugiados (como yo y mi familia) se salvarían si estos populistas europeos se hacen del poder.
La misma melodía, y desde el domingo 25 de mayo, se escucha con más énfasis en Francia y en Londres. En Francia incluso desafían al gobierno a convocar a nuevas elecciones parlamentarias porque – según Le Pen – el panorama político y la relación de fuerza ha cambiado. En Londres, los populistas del partido de la Independencia del Reino Unido quieren terminar con la membrecía inglesa en la UE. Los conservadores de Cameron, que hablan de un plebiscito condicionado a una victoria electoral de los “tories”, han quedado superados.
Quizá el más elocuente de esta comparsa de populistas es Gabor Vona, líder anti semita del partido Jobbik húngaro, quien se expresa en términos muy claros: “los ciudadanos están oprimidos por poderes globales y élites corruptas, frente a los cuales hay que resucitar la soberanía nacionalista”.
Hace como año leí el libro del filósofo Harald Ofstad: Vårt Förakt för Svaghet (Nuestro desprecio por la debilidad – no sé si hay traducción al español) en su páginas dice que el “antisemitismo de los nazis no es lo más importante. Pues el núcleo del pensamiento nazi se construye en base a la afirmación de que el fuerte es el que tiene la razón”.
Ann Heberlein, una de mis favoritas pensadoras suecas (Teóloga, doctora en Ética y filosofía práctica) escribe a propósito del tema y cita al propio Hitler en su “Tischgespräche” que dice: “Qué suerte para los que gobierna que la gente no piense … si pensaran sería imposible la existencia de la sociedad”. Es decir, unos extraen los minerales o amasan el pan mientras otros piensan y deciden. Para los “ganadores de las elecciones de la euro-cámara” (me refiero al populismo de derecha, neo nazi) las mujeres entran en la categoría de los “débiles”, el sexo débil no imagina solo invagina.
Mi reflexión sobre el populismo creciente, (aunque no mayoritario en la Euro-cámara) no es que son antisemitas o islamófobos o racistas solamente, son despreciadores del débil, llamase pobre inmigrante en busca de trabajo, mujer que deja la cocina por el trabajo y el liderazgo, y por antonomasia el “no rubio” porque su piel señala ignorancia y debilidad, pero también desprecian la cultura de la ilustración, son “folkloristas” en el peor de los sentidos.
Por eso el triunfo (del que pocos hablan en el exterior) de la Iniciativa Feminista (Fi) de Suecia en las elecciones para euro-cámara tiene un aspecto simbólico: Llevan a Estrasburgo a Soraya Post, una mujer romer es decir gitana. Ese pequeño triunfo en comparación a la marea negra es un punto de luz que ilumina el horizonte europeo.
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