Difícil, pero no imposible: Aprender a ser periodista
30 may 2014
Por: Nancy Gutiérrez Salas
Mayo es el mes que tiene signado el Día del periodista boliviano, el día diez, y pasó como pasó, especialmente en Oruro, salpicando todavía hasta este fin de mes con una serie de críticas a favor y en contra (con razón y sin razón, como en todo) acerca de la sede del Sindicato de Trabajadores de la Prensa, por el sector de la fachada, porque atrás aún están las muestras de acciones erróneas que pretenden ser obviadas sin lograrlo, misma que fue entregada por el propio Presidente Evo Morales Ayma por ser parte del Programa Bolivia Cambia, Evo cumple, hecho que ahora se reivindica como edificado con dineros del Estado y no del MAS, idea que no fue esgrimida cuando el mismo grupo que vitoreó al Proceso de Cambio, enfurecidos hicieron devolver el primer cheque afirmando que no querían dineros del MAS, contradicción o no, la conclusión le corresponde a cada lector.
Y peor aún, saltando explicaciones que no explican nada, porque se enreda más cuando “dizque” se obligó a decir lo que se dijo o cocinar lo que se cocinó, triquiñuelas ¿Se puede obligar a alguien a decir, lo que no quiere o siente?, más aún, ¿teniendo un largo recorrido en estas lides y no ser un novato?...algo no cuadra… porque ni en dictadura se vio aquello: sí se supo de obligar a leer comunicados oficiales, con un arma apuntando la sien, pero a decir, decir…no; era preferible recibir el culatazo o la patada de la bota militar, el confinamiento o el exilio en apego estricto a la “cláusula de conciencia” del Código de Ética, que en todo tiempo fue y es salvaguarda ante cualquier imposición artera, al menos eso se tiene claro en casos extremos, por todo periodista que se digne de serlo… y más en estos tiempos, cuando se nos inculca desde las primeras clases de Periodismo a quienes no sólo pisamos la Universidad, sino que egresamos, nos titulamos y seguimos la secuencia inherente al posgrado.
Pero, lo más llamativo es que en medio de las voces que lapidaron la acción hubo alguna que por medio de la pantalla televisiva fustigó la acción, en su estilo “jurando que de un golpe mata a mil”, aunque a decir verdad, algunos de sus seguidores le aplaudieron en ese momento aseverando que “esa sí es macha”(para quienes no entienden el modo de expresarnos a nivel popular, macha, macho- nada que ver con la clasificación sexual de los animales-, sino, entiéndase, como la mujer u hombre que tiene la intrepidez de decir las cosas por su nombre)… hasta ahí, pasa y sigue.
Lo tristemente visto y testificado fue que ante la conminatoria de llevársela a una instancia disciplinaria o porque había que agradecer una premiación, se dio un “Te perdono Humberto, te perdono” (faltando el pulgar imperial dirigido hacia arriba)… ¿Borrón y cuenta nueva?...
Es que no se sabe o nunca se supo una de las reglas que orienta el trabajo periodístico, al sentenciar “No escribas como periodista, lo que no puedes sostener como caballero”, parafraseando tendríamos: “En la radio y la televisión no digas como periodista, lo que no puedes sostener como caballero o dama… o mejor sólo: como hombre o mujer, estando frente a frente al espetado o espetada” porque es fácil echar el grito al cielo, defenestrar, o desafiar desde un micrófono por la radio o una pantalla de televisión, haciéndose a los “machos o machas”, pero en persona, son como simples corderitos, cuya falsa modestia no disimula su actitud de perdonavidas… A este paso, no extrañaría, que lo propio ocurrirá con la actual alcaldesa, que volviendo a ser periodista porque esa es su profesión, y encontrándose cara a cara con sus detractores coyunturales, otra vez en el llano, le digan sumisos, “Te perdono Rossío, te perdono”… y aquí no pasó nada…
Más de uno sonreirá, u otro con el ceño fruncido expresará su preocupación porque no es broma asumir en esas condiciones la labor de comunicador profesional, y peor de periodista, que en el camino se confunde con locutores o animadores aficionados, que fácilmente yerran por la improvisación al calor del momento, aspecto que puede y debe ser superado con el manejo de un libreto o guión, que al ser redactado y revisado, éste, precisa si realmente se está siguiendo la idea a defender pese a todo, de acuerdo al medio para el que se trabaja o de quienes se tiene apoyo publicitario, si se sigue la premisa del programa o la propia personalidad.
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