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Sábado 24 de mayo de 2014

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Revista Tu Espacio

La mentira

24 may 2014

Por: Marcela Patricia Torrico Félix - Psicóloga - Exclusivo para Tu espacio

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En la adolescencia, se producen más mentiras intencionadas por miedo a las consecuencias de algo que han hecho que saben que no está bien: no han estudiado lo suficiente, han faltado a clase y han ocultado el motivo, han probado sustancias tóxicas o los primeros contactos entre chicos y chicas según se difunde en la página web centropsicologialopezdefez.es.

En estos casos, en los que los adolescentes emplean la mentira como forma habitual de manejarse y comunicarse con los demás, puede esconderse una baja autoestima, falta de habilidades sociales o problemas de comunicación con los padres.

La solución debe empezar por restaurar una situación de confianza mutua; sin embargo, resulta paradójico que la desconfianza que han generado los padres hacia el hijo como consecuencia de sus mentiras, no proporciona el clima adecuado para que las cosas cambien y esto es, precisamente, lo que hay que trabajar. Algunos padres mencionan que sus hijos se han vuelto mentirosos al entrar a la adolescencia. En ocasiones la mentira surge repentinamente o simplemente tomamos el tiempo para planificarla. Sin embargo, en algún momento de nuestra vida dijimos alguna mentira, ya sea pequeña, grande o para salir del paso. Para sostener una mentira inventamos otra e inventar varias mentiras ocasiona que no recordemos la mentira inicial, convirtiéndose así en una cadena de mentiras.

Mentimos por miedo, cuando cometemos un error para que no se nos engañe o castigue; mentimos por aparentar más de lo que somos o agradar a los demás; mentimos por enojo cuando algo es injusto inventamos una mentira para echarle la culpa a alguien; mentimos por confusión de sentimientos a veces sentimos envidia o rencor y no sabemos por qué creando muchas confusiones y las acciones pueden estar equivocadas; mentimos por amabilidad por ejemplo cuando nos piden la opinión sobre un estilo de atuendo de amigos o familiares y decimos que les queda bien aunque así no lo sea, es mejor decir la verdad con bastante sutileza.

La mentira, hoy en día, es uno de los graves problemas, por qué las personas se han acostumbrado a mentir, y muchas veces incluso descaradamente, sin que les importe que las otras personas, se den cuenta. En el mejor de los casos, le llaman equivocadamente “mentira piadosa”, que es la que se puede hacer para evitar daños mayores. En esta sociedad de los medios de comunicación dirigidos, tenemos que estar muy alertas, para intentar distinguir lo que es verdad y lo que son “verdades a medias”. Hay muchas cosas falsificadas que parecen verdaderas, no solamente productos, si no expresiones y discursos. La virtud de la sinceridad, la tenemos que practicar continuamente, para que en los momentos que tengamos que ponerla en práctica, no se nos haga difícil hacerlo.

Hay una frase muy antigua que dice “la verdad nos hará libres”. Enseñar a nuestros hijos a no engañar, fingiendo otra cosa, es una de nuestras primeras obligaciones. En las mentiras graves, en la divulgación de falsos testimonios y en los robos, no hay perdón si no hay sustitución por la verdad.

¿Qué ejercicios podríamos

realizar?: Proponte no decir mentiras ni grandes, ni pequeñas, durante un tiempo determinado. Si con una mentira lastimamos a nuestro entorno cercano como familia o amigos, disculparse con un detalle sencillo, realizar una disculpa o explicación sincera para que surja la confianza que se perdió. Si decimos la verdad nos ahorramos muchos problemas y enredos, nos da tranquilidad interior y nos hace ser personas buenas y confiables y por tanto mejoran las relaciones interpersonales. La ironía de mentir es que se trata de una conducta normal y anormal al mismo tiempo, la mentira es esperable, pero no por eso hay que menospreciar su importancia.

Para tus amigos: