Jueves 22 de mayo de 2014
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Los gatos amasan desde muy pequeños, incluso lo hacen antes de haber abierto sus ojos cuando tienen apenas unos días de vida y especialmente cuando están alimentándose. Mientras se alimentan de la teta de su madre, aprenden casi por instinto, que apretando la teta de su madre se ejercerá presión sobre la zona y por ende, la leche saldrá en mayor cantidad y con mayor fuerza, facilitando dicha alimentación.
Tiempo después, ese recuerdo queda impregnado en la memoria de los gatos de forma excepcional y aunque nada de lo que amasen nuevamente les va a dar la leche de su mamá, como si se tratara de la magdalena de Proust, toda esa alegría vuelve en forma de recuerdo.
Hay quienes sugieren que este particular comportamiento en los gatos es el resultado de una herencia biológica. Se dice que, al ser los gatos una forma evolucionada de otras especies de felinos mucho más grandes y salvajes, estas criaturas han heredado una forma de utilizar sus patas para aferrarse al follaje y al complicado terreno de los lugares que sus antepasados habitaban.
Fuente: Ojocientifico.com