Las recientes aseveraciones del Dr. Marcelo Soza Álvarez sobre el caso terrorismo y el operativo en el hotel Las Américas, constituye una espina que incomoda al propio gobierno de Evo Morales, cuyos personeros, a fin de salir del paso lanzan sus dardos contra la prensa nacional, especialmente con la Agencia de Noticias Fides.
Lo cierto que este bullado asunto, provocó todo un desconcierto en el oficialismo, porque, seguramente, no se esperaban las revelaciones del exfiscal Soza, hoy refugiado en el Brasil, cuando desmenuza detalles de cómo actuó la Unidad Táctica de Resolución de Crisis.
La opinión pública en general tomó pleno conocimiento de la declaración emitida por la exautoridad judicial al Consejo Nacional del Refugiado, provocando enorme preocupación al poner en tela de juicio la buena imagen que tiene Bolivia en el ámbito Internacional como amante y firme defensor de la democracia y libertad.
Lo más doloroso es saber que personeros de gobierno coordinaron el operativo, siendo uno de los principales actores el hermano del vicepresidente de la República. Esa sindicación pone en duda la credibilidad oficialista, si se toma en cuenta que el propio fiscal General, Dr. Ramiro Guerrero, es quien abre la posibilidad de iniciar un nuevo proceso donde esté incluido el pariente de Álvaro García Linera.
Como se podrá advertir, la prensa nacional no hace otra cosa que dar a conocer pormenores del caso en base a documentación existente dentro de los marcos que amparan la libertad de expresión.
Por tanto, no es coherente que el gobierno vea como cierta parcialización de los periodistas con lo que dijo el Dr. Soza porque con ello no hacen otra cosa que pretender desvirtuar, tal vez, una posible verdad sobre lo acontecido.
Todos conocemos que vivimos una época electoral, donde el binomio del MAS, a toda costa, quiere quedarse en el poder y qué mejor momento de acallar a la prensa independiente para que no siga informando con toda libertad y soberanía.
Para lograr ese objetivo, inclusive, se quiere llegar al despropósito de enfrentar al trabajador de la prensa con los propietarios del medio de comunicación donde presta servicios, a fin de que ese matutino, radio o televisión, sólo difundan noticias que interesan a los gobernantes.
Sea esta ocasión para dejar en claro que los hombres y mujeres periodistas, nunca nos doblegaremos a sentimientos servilistas, no importa que algunos dirigentes reciban dinero “oscuro” o se hayan identificado con el proceso de cambio, siguiendo el mal ejemplo de quienes están a la cabeza de Central Obrera Boliviana.
Nuestra profesión es una concepción que admite la pluralidad de tendencias y opiniones en el ámbito político, social y económico, basando su labor en lo que determina la Ley de Imprenta, lo cual hará imposible el deseo de controlar y digitar el trabajo periodístico, bajo una línea totalitaria degradante.
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