Más allá de aceptar algún desequilibrio emocional para revisar nuestra mirada y ver la grandiosidad elocuente de nuestro Carnaval de Oruro, que en un día como hoy, hacen 13 años (18 de mayo del 2001), fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, “Rindámosle Decoroso Homenaje” que es producto de sus componentes dignos de heredar a generaciones futuras, y paradigma de convivencias humanas diferentes, cuando su globalización marca un hito en la historia universal, porque muestra la potencia de una cultura que conquista otros países, otros continentes, y su acción que infiere la creatividad de imaginarios impensables, hacen el arte, la factoría, la literatura, la música, los servicios, un producto disfrutable para el turismo, sin remilgar su sincretismo y exponerse al mundo en su propia prosapia que hace del rito espiritual, todo un proceso inmaterial en su inicio, y convertirse en una grandiosa curiosidad admirable y material en su zenit.
Hay que resignificar el valor humano de ser Patrimonio, impronta en nuestra responsabilidad histórica el salvaguardar semejante grandiosidad ejemplo de la cultura universal, es menester cuidar que nada cambie en su esencia, es obligación precautelar su originalidad y defender su origen.
La identidad geográfica del majestuoso Carnaval de Oruro, señala este solar urbano, rodeado de una extensa y prominente geografía cultural que hacen su vecindad viniendo de varias vertientes con personalidad, identidad, prácticas rituales, formas diferentes de lenguajes que expresan su letanía, y se convierten en una sola inspiración advocada a su inmaculada Virgen del Socavón.
Esa virtud teológica que tiene Oruro, es producto de su ancestralidad religiosa, que con la colonia se estampa como las diferente a otras regiones y culturas, siendo siempre prominente la sacralidad Uru, y la vocación secular de sus habitantes que hacen del rito, fiesta religiosa en un espacio y tiempo sagrados que ocupan un tercio del calendario de existencia humanas.
Rindo el más ferviente deseo que el manejo del Fasto se preñe de cambios de actitud, de visón para mejorar y recuperar la verdadera misión del Patrimonio Inmaterial, el cambio de conceptos incite a la involución y recuperación de los verdaderos principios fundamentales del hecho, que la virtuosa benevolencia Mariana nos ayude a reconducir con honesta solvencia moral su disfrute y uso en bien común, en bien de la sociedad orureña, boliviana y heredad universal para las nuevas generaciones.
Ese será el mejor acto de constricción y desarme espiritual de los profanos, para brindarle en estos 13 años de gloria, el COMPROMISO de salvar al Carnaval de Oruro, de una debacle inminente si la perversión mercantilista y los ufanos detentores individuales no se alejan. Dios salve a la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, el grandioso “Carnaval de Oruro”.
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