Casi tres semanas después de que saltó la chispa en los cuarteles y un sector de efectivos de bajo rango en las Fuerzas Armadas (FF.AA.) se reveló contra el orden disciplinario institucional, pidiendo cierta igualdad de derechos en el proceso de su preparación castrense, decidieron por recomendaciones especiales volver a sus unidades de manera pacífica, pero confiados en que se les permitirá un diálogo abierto con la superioridad.
Sin lugar a dudas lo ocurrido al interior de las FF. AA. estremeció su estructura, pues se trata de una primera reacción que sale a las calles, que se manifiesta abiertamente, lo hace al estilo de los movimientos sociales y hasta efectúa sus mismas presiones, lo que muestra en verdad dos facetas importantes, por un lado lo que se llamó, aunque con una apropiación errónea, “rompimiento de la cadena de mando”, pero que no llegó a tal extremo; y en la otra cara, el surgimiento de una voz de las denominadas “bases militares”, pues resulta que también las hay en esta institución ligada al Estado bajo el significativo mandato de disciplina, subordinación y constancia.
Aunque quiera buscarse algunos elementos valorativos sobre los sistemas de mandos en la escala de grados en las Fuerzas Armadas, lo evidente y sin eufemismos de ninguna clase es que el organismo armado en cualquier nación, tampoco en la nuestra, puede ser democrático o deliberativo, no, nada de eso, las reglas son claras, las órdenes se cumplen y no se discuten y la indisciplina se sanciona, como se ha visto en el reciente “movimiento” con una decisión de una “baja masiva” de subordinados, lo que en los términos sindicales se trata de una “masacre blanca”. Ocurrió y mostró que hay necesidad de encarar de algún modo cambios especiales en la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas (LOFA), un pedido de los castrenses de baja graduación que mostraron una serie de hechos que regularmente se ignoraban al exterior de las murallas cuartelarias.
Tras la tormenta llega la calma y en esa condición de tranquilidad se asegura el trabajo de dos mesas de diálogo, una en la que se tratará específicamente los cambios sugeridos en la LOFA y en la otra la situación de los subalternos que fueron despedidos (dados de baja) y que demandan su restitución plena y sin cargos o represalias posteriores, pues sucede que hay fundados temores en los familiares de aquellos suboficiales que rompieron las nomas, alcanzaron las calles y “cantaron” sus reclamos.
Hay algo que seguramente se investigará a fondo porque conlleva cierta duda sobre las verdaderas causas de la movilización de los uniformados de bajo rango, quienes habrían sido “inducidos” a salir a las calles para protestar. Lo que corresponde será establecer quiénes fueron los responsables de generar el “zafarrancho” que puso al descubierto algunas debilidades, ciertas injusticias y arbitrariedades que se producen en el modelo administrativo y logístico de nuestras fuerzas armadas en sus tres estamentos, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada.
Lo que suena más fuerte y se propagó con eco, es el otro planteamiento de los suboficiales y sargentos de las FF.AA. al pedir la “descolonización” de la institución castrense. Este pedido tiene que ser objeto de tratamiento especial, considerando que afectaría derechos humanos, defensa jurídica y la sobre posición de atribuciones, ya que el retiro de centenares de uniformados no corresponde a una orden del Tribunal de Justicia Militar, como debió ser. Las aguas se tranquilizaron, aunque hay quienes dicen que cuando el río suena es que piedras trae.
Fuente: LA PATRIA
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