Domingo 11 de mayo de 2014
ver hoy
Cultural El Duende
EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO - Responsable: Gabriel Salinas Padilla
Un compositor boliviano
11 may 2014
Gastón Arce Sejas
Tercera y última parte
No me es posible aseverar que el sucinto análisis que estoy realizando de una parte de mi producción musical sea objetivo. Mi distancia es demasiado corta para lograr objetividad en mis apreciaciones, pero quizás sirva para entenderme, aún cuando sea parcialmente. Por ahora, creo ser yo el que más me conoce, puede que me equivoque, y por tanto me atrevo a decir todo esto.
Volviendo a los conceptos del principio, consideremos que la música, además de ser el arte más abstracto de todos, es un arte que pervive en la temporalidad. Entonces, verdaderamente esa “máquina del tiempo” la va devorando, triturando en el mismo momento de su nacimiento. Por supuesto, esta situación acontece en la música contemporánea tanto como en la música clásica. Me pregunto cómo ciertos compositores modernos, entonces, se han atrevido a desafiar a este enemigo acérrimo de la música. Lo único que nos queda de una audición musical acontecida es nuestro recuerdo de la obra (que empieza a disiparse con los días) y la partitura, que es como la representación de la obra en estado inerte, es casi una “naturaleza muerta”. Las grabaciones han subsanado, de algún modo, estos cuestionamientos, pues son como fotografías temporales de la obra, pero una vez terminada su audición volvemos al problema mencionado, nuevamente la música se ha ido y tan solo nuestro recuerdo vivo mantiene su imagen por un tiempo más. La música clásica romántica, a fuerza de siglos y décadas de repetición ha logrado fijar en nuestra mente una inmensa cantidad de obras musicales que hoy constituyen patrimonio de la humanidad. Nos han instalado un programa con una cantidad de obras en nuestra computadora cerebral. La música contemporánea, por ser tan nueva, aún no ha conseguido estos propósitos (¿algún día lo hará?), por lo que el gran público la rechaza o pretende ignorarla.