La prensa de ser el “oficio más lindo del mundo” como refiriera en vida Gabriel García Márquez, se ha convertido también en el oficio más peligroso, pues quienes están inmersos en ese trabajo viven acosados por una diversidad de circunstancias que ponen en peligro su integridad moral y hasta física cuando la intolerancia rebasa los límites del raciocinio.
Este es un día especial para la gente que trabaja en el periodismo, la celebración tiene relación con un Decreto Ley dictado en 1938 por el entonces Presidente Germán Busch, que disponía la creación de la Caja de Jubilaciones y Montepíos para los periodistas bolivianos. A 76 años de ese hecho histórico, la medida no fue implementada, varias generaciones de periodistas dejaron pasar el tiempo sin establecer una adecuada reglamentación de ese Decreto Ley y aquí están los periodistas, sin montepíos y contadísimos con una digna jubilación.
Esa es la connotación de la fecha aunque el paso del tiempo muestra otras situaciones en el delicado y peligroso trabajo de la prensa que apropiadamente permite recordar que quienes trabajan en la información confrontan serios problemas al observar también cómo se vulneran los derechos ciudadanos coartando las libertades de expresión y de prensa, que son los baluartes de la justicia y de una democracia plena.
Muchos hechos del presente confirman la apreciación de peligro que se percibe en muchos ámbitos de la actividad en varios países y también en el nuestro. Los periodistas sienten en carne propia los riesgos que conlleva hacer periodismo con la espada sobre la cabeza una manera de describir la amenaza permanente que se cierne sobre los periodistas, que pese a tales circunstancias, mantienen su compromiso, su apostolado de hacer de la verdad la causa invariable de su actividad profesional cotidiana.
La libertad de expresión y el derecho a la información son dos fundamentos sustanciales en una sociedad democrática, ambos son elementos incluidos, reconocidos y por lo mismo amparados por la Constitución Política del Estado y están refrendados en el texto de la Ley de Imprenta promulgada en 1925, que establece el vigor, respeto y la plena vigencia de esos principios que además permiten la vigencia de una opinión pública plural e independiente, requisitos indispensables para que en la vida cotidiana todo ciudadano pueda disfrutar a plenitud del sistema democrático que comienza respetando el derecho al pensamiento libre.
Hay que remarcar algo y es que los periodistas que trabajan en apego total al cumplimiento de los principios de la justicia y la libertad, garantizan que los derechos de los ciudadanos requieren de una defensa intransigente a través de la práctica de una prensa libre, plural, crítica y abierta a la sociedad a la que sirve y a la que se debe sin restricciones. He ahí la importancia de la función social que cumple el periodista en su trabajo a través de los medios de comunicación.
Sin periodistas es imposible la vigencia de una opinión pública autónoma que se sienta segura, sabiendo que la democracia se respeta y que es el mayor atributo para hacer realidad los principios de libertad con justicia y dignidad. La celebración en el Día del Periodista en el tiempo presente es más que recordar la buena intención de dotar al sector de una Caja de Montepíos, es ahora tiempo de reconocer que se trata de un sector vulnerable, acosado y viviendo con la espada sobre la cabeza, pero valiente, tenaz y sobre todo ético y veraz.
Fuente: LA PATRIA
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