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Sábado 10 de mayo de 2014

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Catedral del alma en nuestro corazón

10 may 2014

Por El Alquimista

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Una de las enseñanzas más hermosas del Maestro Jesús el Cristo sobre la búsqueda espiritual, es la transcrita por el apóstol Tomás en su evangelio y que a la letra dice: “Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino de Dios está dentro de vosotros mismos y a vuestro alrededor, no en edificios de piedra y madera. Cortad un trozo de madera y allí estaré; levantad una piedra y allí me encontraréis. Yo soy la luz que está sobre todo. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces me conoceréis y seréis conocidos; caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma”.

La clave de esta magnífica enseñanza está en estas dos frases: “Mas el Reino de Dios está dentro de vosotros mismos…”, “Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces me conoceréis...”.

Debemos tomar conciencia que somos un Universo en miniatura y que en nuestro interior existe un maravilloso orden creador, las mismas leyes que rigen el macro-universo cósmico, rigen al micro-universo hombre. Existe un espíritu residente en nosotros que es el Cristo Intimo, el Maestro Interno de cada uno de nosotros, que, como una semilla espiritual mora en nuestro corazón. La razón misma de nuestra existencia es hacer que esa semilla de Dios germine, crezca y se desarrolle convirtiéndose en un árbol frondoso que dará sus dorados frutos, que alegóricamente simbolizan a todas las virtudes universales.

Debemos comprender que el principal objetivo de nuestras existencias es desarrollar en nuestro corazón el Templo Interior profundo donde podrá expresarse y morar nuestro Cristo Interno. ¿Cómo se desarrolla ese Templo Interior en nuestro corazón? – En primera instancia sacando a todos los mercaderes del templo, como lo hizo Jesús en el templo de Jerusalén, es decir desalojar de nuestro corazón toda la codicia, envidia, egoísmo, orgullo, odio, resentimiento, susceptibilidad, ira, impaciencia, intolerancia, engreimiento, mala voluntad, etc., etc., en resumen erradicar de nuestro corazón todas las tinieblas y en su reemplazo llenarlo de luz, que es sabiduría universal y amor consciente expresándose en forma natural y armónica en perfecto equilibrio y plenitud.

Ahora comprendemos que las dos columnas principales del Templo Corazón son: Amor y Sabiduría. El Amor es el sumun de todas las virtudes. La Sabiduría es la verdad hecha carne en nosotros. Estas dos columnas están siempre presentes en todo templo. Todos los templos o iglesias de todas las religiones, en última síntesis son solo alegorías simbólicas de lo que cada uno de nosotros debe desarrollar en su corazón, una verdadera catedral del alma, llena de la luz del espíritu santo, llena del amor del Cristo y la sabiduría del Padre Eterno.

El Tesoro de la Luz es la chispa divina en nosotros, la semilla de Dios, nuestra esencia interior, que mora oculta en las profundidades de nuestro universo interior, dándonos vida y siendo el origen y la causa de nuestra existencia, el tesoro más grande que debemos conquistar.

Los antiguos sabios griegos conocían este secreto y uno de sus templos más sagrados, el Templo de Delfos estaba dedicado plenamente al estudio del conocimiento de sí mismo. En el frontispicio de este maravilloso templo estaba inscrita esta frase, cuyo autor es el gran sabio de esa época, Tales de Mileto: “Te advierto, quien quiera que fueres, oh! tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo afuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. Oh! hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a Dios.”

El objetivo más importante de nuestra existencia es el descubrir quiénes realmente somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos; descubrir el verdadero sentido de nuestras vidas, la razón principal de nuestro transitar por los caminos de la eternidad. Necesitamos encontrar nuestra verdadera vocación en la vida, nuestro destino, el verdadero y oculto significado de emprender esta maravillosa aventura que se llama vida, este viaje excitante de adquisición de sabiduría, experimentando de instante en instante y en forma directa lo real, la verdad oculta en cada cosa, el Amor que palpita en toda la creación y que subyace en las profundidades de nuestro corazón, esperando ser descubierto y desarrollado plenamente, para transformarnos en seres conscientes, amorosos y sabios.

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