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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 El buen comunicador - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Hace algún tiempo escuché de un estudiante de comunicación su preocupación por ser un buen profesional, y cuáles deberían ser las habilidades que debía adquirir en la universidad. La respuesta es sencilla, el buen comunicador debe aprender y demostrar cuatro habilidades lingüístico-comunicacionales generales y, por tanto, imprescindibles al momento de relacionarse y concretar sus necesidades innatas de comunicación humana. Estas habilidades están plasmadas en un modelo cuadrangular de ecuación algebraica: hablar, escuchar, escribir y leer, que en su equivalencia muestran un binomio en proyección muy interesante; y aunque no lo crean, estas experiencias las adquieren casi todos en su formación familiar durante la primera infancia, en la escuela, el colegio y después.
Como se sabe, el acto del habla tiene cierta equivalencia con el escribir y, por tanto, concreta el hecho expresivo por sí mismo, por eso se dice que al escribir hablamos con el destinatario. La otra equivalencia es el escuchar al de leer, por eso mismo los lectores manifiestan escuchar una vocecita en el acto de lectura. Entonces, escribir es igual a hablar, y leer es igual a escuchar. Dos ejemplos claros de esta igualdad matemática: en la casa y durante la primera infancia se enseña a los niños, básicamente, a hablar (expresarse y hacerse entender) y a escuchar (entender y obedecer), como condiciones imprescindibles para luego en la escuela se les enseñe a escribir y leer.
Sin embargo, la ecuación no queda ahí, muestra su potencial proyección en el desarrollo de habilidades más variadas que vienen después. Entonces, sí solo sí, los actos de habla y escucha, como actos paralelos y análogos de escritura y lectura, son habilidades potenciales de “codificación” y “decodificación” de lenguajes. Estas acciones son propias de la naturaleza comunicativa del hombre heredada en el vientre materno (patadas, movimientos), en los neonatos (los tipos de llanto), y los gestos y gesticulaciones de los niños en su aprendizaje expresivo del habla. Los actos expresivos de esta etapa humana son comprendidos por las madres y padres del niño que elaboran arbitrariamente situaciones de codificación y decodificación muy íntimas.
La proyección potencial del modelo lingüístico-comunicacional se amplía con el desarrollo y dominio de la codificación-decodificación de mensajes en la variedad amplia de lenguajes que puede aprender y hasta inventar el hombre. Y, principalmente, los cuatro tipos de lenguajes convencionales y genéricos: el lenguaje hablado, el lenguaje escrito, el lenguaje de la imagen y el lenguaje mímico (de señas y coreográfico).
En el caso del lenguaje hablado (codificación), está la cantidad de palabras, dominio de idiomas, traducción, canto, recitación, oración, locución radiofónica; y su escucha-lectura (decodificación) apela al entendimiento, asimilación, comprensión y conocimiento de sus significados, el uso de soportes materiales y técnicos para su transmisión, como la grabación, la edición y difusión a través de los medios y multimedios clásicos y actuales como la radio, discos, Cds, Dvds, etc.
En el caso del lenguaje escrito (codificación), están la escritura fonética, las grafías y grafemas, el braille, el morse, la escritura musical, la producción de textos, cuentos, novelas, edición e impresión de periódicos, revistas, etc. Así como su lectura (decodificación), su comprensión y entendimiento, el descubrimiento de mensajes subyacentes, subliminales, la descripción y revelación de lo denotativo y connotativo, la metasemantización, y las sensaciones con la lectura-ejecución-escucha del lenguaje musical, etc.
El lenguaje de la imagen, cuyo uso expresivo (codificación) posibilita, la maravilla de la fotografía (diseño gráfico, diagramación), lo fantástico del cine y lo fascinante de la televisión y el video, donde se puede mezclar creativamente la secuencia de planos y ángulos, los efectos de luz, la psicología del color y la psicología de las formas y figuras. En la actualidad su consumo (decodificación) es muy seductor y conquistador de masas, la “iconósfera” es el ambiente de moda en este último tiempo.
Y, finalmente, el lenguaje mímico, cuyo acto expresivo (codificación) ha hecho que se cree la lengua de señas para sordos y se universalice su uso con normas y reglas gramaticales. Las señas, los gestos y los movimientos del cuerpo han evolucionado hasta la composición coreográfica del baile, la danza, el teatro y la ópera.
El dominio de la codificación y decodificación, como habilidades del buen comunicador, podrán abordar instancias comunicativas más complejas, resultantes de la mezcla y combinación creativa de todos los recursos, instaladas e instauradas en los multimedios y el internet, donde los hipertextos y los megamensajes codificados merecen una cuidadosa decodificación.
(*) Educador y comunicador
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