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Domingo 04 de mayo de 2014

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Revista Dominical

Nataniel Gonzales y su huella en la música boliviana

04 may 2014

Por: Johan Romero Rodriguez - Periodista

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Para muchos la década de los años sesenta se convirtió en un periodo con bastantes revoluciones, tanto en la política, historia y mucho más en la música, fenómeno que alcanzó todos los rincones del mundo.

Es donde una banda de rock en Oruro, denominada como los Steppen Stones, daban a conocer una gran voz, un gran artista que dejó mucho de qué hablar en esa época y hasta en nuestros tiempos actuales, Nataniel Gonzales, agarró el micrófono y pudo demostrar el talento que tenía, que con el transcurso de los años traspasó varias fronteras.

En Oruro, así como en toda Bolivia se vivía tiempos difíciles, llenos de convulsión, época en que muchos jóvenes buscaban la forma de hacerse escuchar en manifestaciones, movimientos que eran apagados por las fuerzas armadas de aquellos lejanos días.

A inicios de esta época sale a la luz, Nataniel Gonzales, que había dejado atrás las zambas argentinas y música trova, para dedicarse al hard rock; el color de su voz se destacaba por sus emotivos tonos agudos, que pronto se hizo famoso a nivel nacional, llegando en 1973 a grabar con el grupo Wara el long play (larga duración) que lo hizo famoso a nivel internacional “El Inca”.

A partir de la inclusión de Nataniel a la afamada agrupación paceña, nace una comparación que es muy recordada por el cantante, cuando el tema titulado “Realidad” tiene la misma tonalidad y la misma forma de interpretación de Ian Guillán, de la agrupación Deep Purple, con el tema “Child Time”, para muchos estilo que fue imitado por la agrupación inglesa.

NATANIEL

Nataniel Gonzales Rivero, en la década de los 50 comienza a descubrir el arte, a través del canto, consagrándose en los concursos para nuevos talentos, fue denominado en su infancia “El ruiseñor orureño”, interpretando temas de “Joselito” el español José Jiménez Fernández.

Ya de adolescente aún, cantaba valses, boleros, e inicia su profesionalización en la segunda mitad de los años sesenta junto a Los Fantasmas con canciones de Roberto Carlos, Los Iracundos, Los Gatos, Palito Ortega, Leo Dan y otros.

La siguiente etapa en la vida artística de Nataniel, fue la formación de un grupo que hasta ahora son comparación, como son los Steppen Stones, esto gracias a la “Ola Inglesa” que había llegado a Oruro, donde las radioemisoras “El Cóndor” y “Radio Oruro”, principalmente, difundían a Los Beatles y los Rolling Stones.

El disco long play que fue grabado en 1973 por Wara, “El Inca” y subtitulado “Música progresiva boliviana”, donde Nataniel Gonzales era la primera voz, tiende a alcanzar el núcleo de la interioridad del oyente, ofrece un piso ecológico, una fuente de energía de efecto envolvente que impacta y que llena vacíos interiores y se integra al ser, rescatando mitos y leyendas bolivianos; según describe Juan Manuel Fajardo en un artículo.

“La voz de Nataniel Gonzales asombra y maravilla y nos introduce a un puro trance musical; en esta obra de arte apoyada en una enorme sensibilidad; su tonalidad, va ceñida a la elegancia de los temas ‘Wara’, ‘El kenko’ de Omar León y Dante Uzquiano, y las composiciones del mismo Nataniel y Pedro Sanjinéz, ‘Realidad’, ‘El Inca’ y ‘Canción para una niña triste’, que poseen serenidad flexible interna, muy peculiar sobre todo en lo reflexivo de las letras que se perfilaban entonces, para grandes muestras musicales en el futuro”, narra.

Esto habla del gran artista que fue y es Nataniel, quien después de su éxito se fue a radicar por varios años en Europa, donde pudo ser un tipo de embajador de la música boliviana, acompañando y representando a varios grupos que pasearon su talento por el “viejo mundo”, manteniendo esa calidad que dejó descubrir hace cuarenta años atrás.

“Para el artista boliviano es difícil vivir de su talento en otros países, si no son por festivales que constantemente se realizan, la música boliviana y otros ritmos latinoamericanos, se abocan a ser escuchadas en pocos escenarios, parecidos a las peñas folklóricas, pero es muy difícil ganarse la vida con esto”, relata Gonzales.

Cuenta que gracias al apoyo que tiene de su pareja, él puede hacer lo que le gusta, difundir su música y su talento, acompañando la gestión pasada a “Llapaku”, en el festival cultural donde Bolivia estuvo representada a través de su música en Nueva Caledonia - Francia. Lo que espera ahora Nataniel Gonzales, antes conocido como “El ruiseñor orureño” es que la música boliviana continúe creciendo a nivel internacional y mundial, orgulloso de haber aportado a que este sueño se haga realidad, dejando una profunda huella en el folklore nacional.

“Si aún te recuerdan, quiere decir que hiciste algo bien en tu vida y lo mío es la música y si aún siguen hablando de mis canciones, dejé un buen recuerdo”.

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