Tampoco en ésta ocasión podrá evitarse que funcione la espiral de inflación que cada año se repite y comienza con el aumento en los salarios, lo que se convierte en justificado pretexto para elevar tarifas de servicios públicos, de manera especial en el transporte y como lógica consecuencia de ese proceso viene la subida de precios de artículos de primera necesidad en los centros de abasto, en almacenes de abarrotes y hasta en tiendas de barrio.
Al haberse aprobado el nuevo incremento salarial, con el que están muy de acuerdo las clases sociales, no tanto los empresarios que han pedido una escala especial en la que no se aumente en igual proporción a los jerarcas que manejan el nivel superior de administración en el sector privado, mientras que en otros niveles laborales se reclama el método inversamente proporcional, que permite un factor de equidad entre los que ganan más y los que perciben menores sueldos, estos últimos que deberían tener un sustancial aumento para nivelar mínimamente el costo de la canasta familiar, lo que se vislumbra a corto plazo es una ola inflacionaria.
El proceso es el de siempre, con mínimas diferencias en función al aumento porcentual que se determine. En el caso presente los transportistas del sistema urbano ya plantearon en La Paz, pero con repercusión nacional, un aumento tarifario del 10 %, que por supuesto no será admitido, pero de todos modos las tarifas tendrán algún reajuste que incidirá en la economía familiar, será mayor el impacto si además suben las tarifas del transporte interdepartamental que también ya tienen sus marcadas expectativas, por lo mismo subirán de precio todos los artículos y seguramente de forma desmedida pues, para el sector gremial no hay escala controlable, es más bien decisión caprichosa de un sector que maneja el costo y movimiento de la canasta familiar.
Hay disposiciones municipales que pretenden regular los precios, de manera especial en el caso de insumos básicos como la harina, azúcar, manteca y aceite que además se utilizan en la elaboración del pan de batalla principal alimento sujeto también al vaivén de los precios.
Seguramente escucharemos mensajes especiales en campañas mediáticas, haciendo saber que “las autoridades no permitirán ninguna elevación de precios”, sin embargo los precios subirán y no podrán ser controlados debido a que en los mercados como en el transporte, rige la ley de la libre oferta y demanda, que no ha sido eliminada del sistema pese a que se habló de liquidar los resabios del famoso decreto 21060, que en este rubro sigue vigente.
Para qué sirve entonces el aumento salarial? Es una de las incógnitas sociales que no pueden despejarse en el ámbito de la economía nacional y que se reproduce cada gestión, haciendo que la vecindad se habitúe al sistema por efecto de la presión comercial y la incompetencia de autoridades para ejercer defensa de la economía familiar.
Aquí estamos otro año en las mismas condiciones, con un aumento de salarios que efectivamente sirve a los que ganan más porque su efecto benéfico en el hogar humilde tiene muchas limitaciones ya que es difícil nivelar los salarios con la espiral inflacionaria de los precios de productos variados y las tarifas de los servicios públicos. Es necesario que el Gobierno disponga una medida que sea aplicada en cada Gobernación y en todos los municipios, controlando los precios y disponiendo severas sanciones para especuladores. Un estricto control puede evitar el desfase del presupuesto hogareño.
Fuente: LA PATRIA
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