Pasada la Semana Santa, días que fueron de profundo recogimiento espiritual, encontramos al amable y dilecto lector, que dicho sea de paso se presenta como acucioso observador de los acontecimientos sociales; éste ya tiene orientada su antenita telescópica hacia el satélite "Túpac Katari", por lo que ya nada se le escapa, ni siquiera aquellos buenos designios que supuestamente tienen blindaje de extraños y aromáticos humos de mesas blancas, o de cromatismos diversos que pueden o no encerrar grises u obscuras intencionalidades; pero como no es operador técnico-legal, queda ahí, con su instrumento telescópico observando silenciosamente la galaxia socio-política, buscando en alguna lejana estrella cósmica, al Ser Supremo o Creador del Universo que guía el destino del mundo y de los seres humanos en particular, para hacerle algunas preguntitas que le inquietan, sobre sucesos que no encuentran relación con la finalidad para la que fuimos depositados en la faz de la tierra, en eso, sorprendentemente y con indignación descubre un espectro de características obscuras próximas a vía láctea, y detecta que no son habituales apariciones, dado el avance y desarrollo de la civilización terrícola, es otra vía, y ve que se trata de la vía crucis de una norma de mucha utilidad para el ser humano, porque regula su comportamiento y le diferencia de otras especies animales, se había tratado de la norma llamada "Ley".
Para objetivar este hallazgo metafórico, inmediatamente le viene a la mente las excelsas expresiones del Excmo. Sr. Vicepresidente Boliviano, cuando en reiteradas ocasiones le tocó verter ante multitudinarios colectivos sociales, que "La Ley no se discute, sólo se cumple... ",correcto, eso nos refiere la abundante doctrina jurídica de carácter universal; solo que ésta vez, atinadamente se aproximó al conocimiento jurídico, frente a otras expresiones ligeras, sentenciosas y lapidarias, que dejaron herida a la integridad del inofensivo derecho y sus elementales principios universales como son la "presunción de inocencia, el respeto a la dignidad humana, el debido proceso, o a los derechos fundamentales y garantías de las personas", etc., prescritos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y otros Tratados Internacionales, que fueron incorporados en nuestra legislación; actitud que de manera intencionada o ignorada, arrebata funciones propias de autoridades con jurisdicción y competencias establecidas por ley,...
Aunque dichos conocimientos no están reservados solo a juristas, contrariamente, por no ser excluyentes para el resto del inquieto conocimiento humano, estos están en la libertad de expresarlos, vivimos en democracia, ¿o no?, pero por un mínimo de respeto a la colectividad a la que se debe cualquier funcionario electo, se debe prever dichos principios generales del derecho.
Volviendo a lo referido, ve que últimamente en el quehacer y transcurrir de nuestra existencia o de la angustiosa vida política del país, con amargura, impotencia extrañeza, y un "dejar hacer y dejar pasar" casi normalizados, se atropellan amplias libertades que otorga la verdadera práctica de la democracia, con lamentable permisibilidad irrumpen acciones de fuerza, en un antagonismo y pugilato permanente entre la fuerza de la ley y las fuerzas de choque de diversos sectores sociales insatisfechos por tantos compromisos incumplidos; los que son desafíos permanentes al imperio de la ley, actitudes que convocan al desacato, a violar la ley, a la misma novel Constitución Política del Estado, su organización normativa, etc., cuando su cumplimiento debe ser obligatorio por todos los habitantes del país, sin exclusiones ni privilegios de ninguna naturaleza porque es "erga omnes", es decir que las leyes son para todos y de cumplimiento obligatorio, comenzando por representantes de las más altas esferas de gobierno, hasta simples ciudadanos que lamentablemente como en este caso, al parecer se creen poseedores de otros tipos de fuerzas superiores a la ley.
Sin embargo, lo paradójico es que en los hechos nos rebajamos al nivel de sociedades no civilizadas, a sociedades sin ley, donde día que transcurre, menos se cumplen las leyes; en eso vemos cómo la pobre ley transita una escabrosa pasión, recorre una verdadera "vía crucis", por pretender imponerse ejercitando su imperio, ante la pasible o permisible mirada de impotencia de los encargados de velar por el cumplimiento de las leyes, o de indolentes gobernantes frente al sufrimiento y la agonía de la ley, mediante la permisión de tan grandes y flagrantes acciones de negación del derecho.
¿Dónde queda el principio de la igualdad ante la ley?, ¿dónde la presencia de su majestad la ley?, ¿dónde la subordinación que la debemos?, ¿o será que otro tipo de tuerzas místicas ancestrales pretenden interponerse y obstaculizan el trabajo de la ley impidiendo su realización?, ¿cuáles serán esas fuerzas extra supremas?
No estaría mal saber, porque pueden servir para aplicarlas en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas que nos aquejan como a país, como aquella que surgió, cuando se dijo que la coca serviría para resolver y sentenciar los conflictos jurídicos-sociales. ¿O será que provienen de grupos sociales con privilegios de extraterritorialidad, provistos de derechos novísimos aún desconocidos para la doctrina jurídica?...no creo dijo, lo que sí creo, es que son excesos permisivos que hacen mucho daño la integridad del país, porque ponen en serio riesgo la seguridad jurídica que debe ser la garantía para toda institucionalidad, añadió.
Ojalá no vaya a llegar el momento en que pocos o finalmente nadie crea en la vigencia de las leyes y en la seriedad con que se deba manejar la administración de la cosa pública en el país, deteriorando aún más la credibilidad en la institucionalidad boliviana.
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