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Domingo 13 de abril de 2014

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

Comentarios a un Manifiesto

13 abr 2014

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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Primera de dos partes

En agosto del año pasado publiqué aquí mismo asado el texto del Manifiesto “Unas Humanidades con futuro” que un grupo de investigadores e intelectuales catalanes habían dado a conocer. Lo hice porque pienso que, aunque el problema que pretenden enfrentar es de alcance mundial, se hace más crítico en aquella parte del planeta cuyo ‘ser’ hasta hoy no ha podido borrar del todo la herencia de un concepto: necesariamente primero de ‘humanidad’; sólo a continuación, de ‘humanismo’. Ya entonces avancé mi intención de dedicar otro artículo al comentario del manifiesto. Ha llegado la hora de hacerlo. Y antes de entrar en estas acotaciones quisiera dejar claro que con ellas no pretendo ‘cargarme’ el texto, pues podría ser que –en el fondo de las cosas– ellos y yo estuviéremos en una misma trinchera. A condición de añadir: pero sólo después de dejar claras algunas cosas; sólo algunas, pues de ninguna manera pretendo agotar el tema.

Tomado en su sentido más evidente, el manifiesto es una llamada a rebato, una especie de SOS: ante la caída acelerada del interés de las sociedades y de los gobiernos (el manifiesto clarísimamente tiene delante el caso europeo) por todo lo que está implicado en el concepto de ‘humanidades’ o de ‘cultura humanística’. La pregunta no me parece ser si el manifiesto prohumanístico podrá convencer a quienes pretende convencer (y éstos son, a la vista de su tenor, ante todo los responsables políticos de los países; pero, en cuanto tal, se dirige a la sociedad); sino si es convincente.

* * *

Sospecha primera: con honestidad, con intereses creados o con defendibles perspectivas, hay que empezar considerando una objeción: la de quienes, ante el manifiesto, comentarán que es el grito de quienes ven amenazado cada vez más el futuro de su sector laboral. Dicho de otra forma, es un texto pro domo sua, que decían los romanos. En tiempos de crisis, no hay día en que empresas amenazadas de muerte, quieren aligerar la carga (léase: plantilla); y sus sindicatos se ponen en acción (manifiestos, huelgas, bloqueos; en lugares más patéticos o menos sensibles, pero más cercanos, echan mano de la crucifixión). Y el ciudadano externo, suele acabar con la pregunta: ¿qué habrá de verdad en cada una de las versiones de cada una de las dos partes enfrentadas? Y la experiencia enseña que los diagnósticos hechos cuando las papas ya se han quemado suelen esconder o callar mucho más de lo que dicen. Porque, en efecto, un conflicto laboral no suele ser nunca un diálogo platónico en busca de la verdad... Y un manifiesto que se respete, ¡nunca suele entrar en la ‘letra menuda’!

Si la crisis de las Humanidades se redujera a una crisis laboral de un sector del magisterio (sobre todo en colegios, pero también en universidades, por el efecto carambola y más a mediano plazo), la reacción predominante que cabría esperar del ciudadano medio, sería más o menos ésta: si todos estamos dentro de la jaula de la crisis, ¿por qué este pequeño sector docente habría de esperar un desenlace menos traumático?

* * *

Sospecha segunda: no estoy seguro de que en su texto los manifestantes entiendan que, al hablar de las Humanidades, se refieran en primer lugar a las ‘clásicas’. No sólo no estoy seguro, sino que me temo que no. Lo que equivaldría a sospechar que para ellos la batalla de las ‘humanidades clásicas’ hace tiempo que está perdida. Y por ello, se han retirado a una trinchera más ‘amplia’; es decir, más ‘aguada’.

En la ciencia bélica suele ser de mal agüero cualquier táctica que consista fundamentalmente en una cadena de retiradas (calificadas de ‘estratégicas’). Si las ‘humanidades’ gozaron de su apogeo con el Humanismo renacentista (entre los siglos XV y XVI), ya podemos comprobar que ha llovido mucho desde entonces. Y visto en su conjunto (cronológico y geográfico), se puede afirmar que la figura que queda como saldo permite hablar de una ininterrumpida retirada. En teoría cabría defender la tesis de que ese encogimiento sin fin ‘ha de tener’ un punto de detención (y los optimistas añadirán: de cambio de tendencia); en la práctica, se trata de una tesis gratuita (en el sentido de que no se apoya en ninguna ‘necesidad histórica’); si acaso ha de haber un cambio de coyuntura, no será por ningún tipo de ‘necesidad’, sino como efecto de la voluntad operativa de sectores de la sociedad suficientemente contagiosa como para lograr convencer de su causa. Por supuesto, no a pala de manifiestos...

* * *

Situada la ‘causa humanística’ en un contexto que presenta tantas debilidades o puntos dudosos y para quien crea que deben tomarse en cuenta, la pregunta decisiva dice así: ¿cuál ha de ser su punto de apoyo? Y llegados a este punto, ya se puede entender que la vía de las reivindicaciones laborales es eminentemente impertinente (por incapaz e inepta), no ya sólo para encaminarnos hacia una solución del problema, sino ni siquiera para plantearlo.

Porque, si la alusión conserva todavía alguna eficacia enunciativa, se trata de enfrentar una cuestión fundamental. De decidir sobre los soportes visibles y los fundamentales de una cultura. Por tanto, se trataría de redimir unas raíces que durante un par de siglos no se ha dejado de desprestigiar y aun de querer aniquilar. Nada menos que de esto. ¿Disponemos de suficiente gasolina para hacerlo? Palpémonos el cuerpo, no sea que hundamos todavía más la respetabilidad de la causa.

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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