Viernes 11 de abril de 2014
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Lamentamos mucho lo que sucede en Chile, los terremotos, las réplicas y las amenazas de un tsunami, provocan inquietud y quitan el sueño a los habitantes del norte chileno, nuestra solidaridad con ellos. Pero, aquí en Bolivia también estamos viviendo una especie de terremoto, pero terremoto social provocado por un grupo de cooperativistas al que este mismo gobierno hizo creer que son propietarios de las riquezas del subsuelo. En verdad, y de acuerdo a la Constitución Política del Estado se establece que “las áreas de explotación minera otorgadas por contratos son intransferibles, inembargables o intransmisibles por sucesión hereditaria”, porque las riquezas mineras pertenecen al Estado boliviano, es decir de todos nosotros.
Este terremoto que ahora vive nuestra patria, es producto de la factura que ese sector le está pasando al gobierno, por el apoyo “incondicional” de los cooperativistas que en algún momento apoyaron al Presidente y a su gobierno. Toda actitud tomada al calor de la política eleccionaria, no es recomendable, porque se constituye en decisiones populistas y demagógicas, que tienen sus consecuencias. Digamos que es un tsunami, luego del terremoto que está afectando a toda la población con nuevas amenazas, que evitará desplazarse libremente, paralizar la economía y un terremoto social de consecuencias imprevisibles. Es la furia de un sector por perder privilegios otorgados por el sistema populista, y una ley que salió del palacio de gobierno al legislativo con la instrucción presidencial de “no mover ni una coma”.