Martes 08 de abril de 2014
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Editorial y opiniones
El consumo de carne y las enfermedades de la civilización
08 abr 2014
Por: Maximiliano Corradi
Hasta mediados del siglo XX un filete era considerado como símbolo de prosperidad. «La carne es fuerza vital», se escuchaba decir en las campañas publicitarias, sin embargo hoy la carne no es otra cosa que un producto barato para masas y que cualquiera puede adquirir. Anualmente se asan, fríen, embuten y consumen 250 millones de toneladas de carne, lo que acarrea, ya sin duda alguna, unas consecuencias dramáticas para el clima y el medio ambiente, también para los animales mismos y, cómo no, para el ser humano.
Desde el punto de vista nutritivo la carne consta aproximadamente de un 10% de grasa, un 20% de proteínas y un 70% de agua. Además de ello contiene hierro, potasio y sodio, así como vitamina A, B, D y K, sustancias que nuestro organismo necesita para vivir, ¿pero significa esto automáticamente que el consumo de carne es sano? La respuesta es no, porque la carne, aún siendo de primera, contiene sustancias nocivas para la salud.
La carne se considera fresca una vez que se expone al consumidor en los mostradores de las carnicerías, sin embargo habría que saber que la carne es un producto que cuando se pone a la venta, se halla ya en descomposición, puesto que la carne necesita determinadas horas y días para poder ser consumida. Por lo que desde que se mata al animal, hasta que se ofrece en un expositor, ha pasado el tiempo suficiente como para que haya dejado de ser un alimento fresco.