Estamos en abril y ya suenan las campanas anunciando el bailoteo que marcará la senda que permita llegar al Poder en las elecciones presidenciales de octubre.
El Movimiento al Socialismo, en ese contexto, viene aprovechando muy bien la actual coyuntura de disfrutar de los recursos del Estado para hacer nuevamente Presidente por un tercer periodo al señor Evo Morales Ayma.
Es bien sabido que los tres Poderes que conducen la administración de la República, solo obran de acuerdo al instructivo salido del Palacio de Gobierno no importa que ello signifique violar la propia Constitución Política del Estado.
Senadores y diputados pertenecientes al MAS, deben responder a los lineamientos dispuestos por el jefe del partido con el fin de hacer de Bolivia “de una vez por todas” un país socialista.
Frente a esa realidad, los otros grupos políticos parecen no tener la capacidad necesaria para enfrentar esa vorágine extremista, porque hasta ahora se ve dispersión de fuerzas, no queriendo dar el paso para salvar a Bolivia de una dictadura populista.
Nadie quiere comprender que la ciudadanía en general espera con ansias la conformación de un gobierno de salvación nacional para salvaguardar la democracia y no seguir viviendo en permanente incertidumbre.
De ello, según pudo advertir, la propia clase campesina ya se da cuenta, porque dicen sentirse sometidos por quienes “se apoderaron del discurso indigenista”. Reclaman su derecho de recuperar los orígenes y raíces propias del área rural, para derrotar al modelo venido de Cuba y Venezuela.
Por otro lado, los trabajadores, vale decir, mineros, fabriles y la clase media no renunciaron a sus conquistas y reivindicaciones, no importa que ahora la cúpula directriz de la Central Obrera Boliviana, se haya entregado en cuerpo y alma al Movimiento al Socialismo.
Llegará el momento, según los mineros, en el que don Juan Carlos Trujillo y otros dirigentes, “paguen cara su traición al sindicalismo boliviano”.
El grueso de la población boliviana, está a la espera que la clase política abra los ojos y busquen la forma de unir a la nación, para no seguir el camino de la desintegración, porque nosotros, incluidos los hermanos campesinos, no necesitamos paternalismos de ninguna naturaleza.
Ya debe acabar el sectarismo y discriminación que en estos últimos 8 años han sido la forma de gobernar, causando serias contradicciones, porque el régimen actual, imprime una política distraccionista sin un rumbo cierto de unidad, que debía ser la base para una mucho más fecunda diversificación económica, apertura de nuevos mercados para nuestras materias primas, garantizar futuras nuevas inversiones con seguridad jurídica, despolitizar la educación de nuestros niños y jóvenes.
Somos conscientes de que Bolivia necesita de todos nosotros y no de un partido político en particular, por lo cual es necesario pensar en el futuro de quienes vienen más adelante, para que puedan vivir en nuestra querida República con una democracia estable y duradera.
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