Se hace muchos esfuerzos para lograr la mayor cobertura en las campañas antirrábicas en la ciudad, con el objeto de prevenir que mucha gente y en especial los niños y personas de la tercera edad puedan ser atacados (mordidos) por perros que tienen el peligroso “mal de rabia”.
De ahí que se programan “campañas antirrábicas” en función a estadísticas del incremento de las denuncias sobre mordeduras a personas en diferentes barrios. En estos casos también prevalecen los registrados en las zonas periurbanas, donde la afluencia de canes es realmente alarmante.
El asunto reviste el mismo peligro en el sector urbano central donde las jaurías de perros atemorizan a los ciudadanos especialmente en algunas esquinas, en las que lamentablemente indisciplinados vecinos dejan las bolsas de basura que son el señuelo para la reunión de “canes vagabundos” pero además hambrientos y peligrosamente agresivos.
Mucho se habla sobre este problema, hay quienes opinan que debe efectuarse campañas de eliminación de canes, otros menos radicales sugieren que deberían ser esterilizadas las hembras, y están también los defensores de animales que, si bien admiten la esterilización de mascotas, se oponen de manera radical a la eliminación de los canes sin dueño.
Bajo estas apreciaciones las autoridades sanitarias se ocupan de vacunar a las mascotas, esto significa a una buena cantidad de perritos con dueño, pero resulta difícil o mejor imposible acometer con una masiva vacunación de perros callejeros, que en realidad son los más peligrosos por las condiciones en que viven y se alimentan, propensos a contraer y contagiar el mal de rabia.
Las cifras que se conocen revelan que cerca a 10 mil canes fueron vacunados, lo que representa un 60 % de la población canina (controlada o con dueño), en tanto que más de 2 mil gatos también fueron vacunados, en este caso la cobertura fue cerca de un 80 % de estas mascotas. De lo que por supuesto no se habla con claridad es de los canes vagabundos que continúan en las calles, siguen siendo una latente amenaza a la población y no hay aún decisión final que determine su destino… empero, autoridades y sociedad civil reconocen que se trata de un contingente andante, peligroso y amenazante que se incrementa diariamente de manera descontrolada.
Posiblemente no sea la mejor solución hacer desaparecer a canes vagabundos por la vía letal, pero tampoco es justo que estos animalitos pongan en riesgo la seguridad y la salud de la población. Tener mascotas es algo normal, pero por lo menos en esa situación hay control y responsabilidad de los amos para cuidar de sus animalitos, empezando por el control de sus vacunas y sus paseos por calles y parques, con estricto control.
Los perros sin amo pululan en la ciudad, se ha observado jaurías de hasta una veintena de animales juntos, tras hembras “en celo”, sumamente agresivos y por lo mismo constituyendo un peligro en la vía pública. Este asunto merece una solución práctica que debe ser estudiada y aplicada de manera humanitaria y socialmente apta para seguridad de la comunidad.
El Centro de Zoonosis que coopera en las campañas, difícilmente puede encarar la captura de centenares de perros callejeros, por lo mismo que su operabilidad se reduce a retirar de circulación a unos pocos canes, lo que no disminuye, en absoluto, el peligro de la presencia perruna en el centro urbano, en los barrios y en las zonas periféricas. Es urgente disminuir este peligroso problema.
Fuente: LA PATRIA
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