Quien creyera, pero las cosas se están dando de ese modo y desde hace tiempo rompiendo los modelos radicales y cambiando la estructura de sistemas que parecían invulnerables a corrientes abiertas y necesarias para alcanzar los objetivos de superación que se necesita aplicar en pos de “socializar” las condiciones de bienestar que buscan las grandes mayorías de países que han estado limitados a muchas restricciones internas y exógenas.
Ya son varios los casos que observa la comunidad mundial, desde la caída del muro de Berlín, los cambios en la Rusia tradicional y las transformaciones en varios países en los que imperaba la fuerza del poder centralista y dominante.
La necesidad de apertura, cuidando por supuesto el respeto a reglas de juego definidas para precautelar los intereses nacionales, en cualquier Estado es una constante que se registra con inusitado entusiasmo hasta en los gobiernos considerados radicales y/o conservadores.
Se trata de un fenómeno que permite dar un inusitado movimiento económico con un alto flujo de recursos financieros, que cambian las estructuras estáticas de países, que desarrollaban sus actividades en un marco de limitaciones propias de los controles centralistas y exclusivistas.
La noticia que mueve este comentario se origina en Cuba, donde la Asamblea Nacional de ese país aprobó por unanimidad la nueva “Ley de Inversión Extranjera”, que promueve el Gobierno de la isla como parte de sus reformas económicas para actualizar el socialismo.
La nueva ley para la inversión foránea en Cuba modifica la que estaba vigente desde 1995 y se presentó al parlamento unicameral como un instrumento estratégico y trascendental parta impulsar el desarrollo del país, mediante la diversificación y ampliación de los mercados de exportación, el acceso a tecnologías avanzadas y la sustitución de importaciones, dejándose establecido el papel prioritario de los capitales foráneos para reactivar la economía cubana. Así lo afirman los medios estatales de la Cuba de los hermanos Castro.
El Gobierno de Cuba priorizará la inversión extranjera en más de una decena de rubros, entre los que sobresalen los de agricultura, industria alimentaria, minas y energía, industria azucarera, química y electrónica, industria farmacéutica, comercio mayorista, construcción y turismo entre otros.
Según analistas políticos y economistas, la nueva ley puede confrontar algunos problemas, debido a una serie de errores provenientes del marcado estatismo reinante desde hace muchos años y que provocaron una escasez de divisas muy marcada, a lo que se suma el embargo estadounidense, factores que deberán ser minimizados en su efecto para dar paso al cambio que abren las nuevas perspectivas con una reforma que intenta reanimar la maltrecha economía vigente en el modelo socialista.
Las cosas están planteadas de ese modo y es interesante observar ese ejemplo en el cambio de la política cubana para encarar con visión renovada la alternativa de crecimiento en base a la inversión extrajera, que claro está tendrá que asegurarse de las reglas de juego que sean definidas para garantizar su incorporación a la economía de la isla.
Está visto que en el tiempo actual, se hacen necesarios cambios radicales en las políticas económicas emergentes, de modo que una apertura a las inversiones permita encarar diversidad de proyectos que impulsen los sectores productivos que generan réditos, aseguran fuentes de empleo y amplían las posibilidades de una segura diversificación económica.
Fuente: LA PATRIA
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