Aunque no se practican desde la década de los 70 relaciones diplomáticas entre nuestro país y Chile, salvo un corto periodo sin ninguna representación, siempre se reconoció de manera implícita en ambas naciones la presencia de un representante diplomático, con el cargo de cónsul o un encargado de negocios para facilitar aspectos comerciales, culturales y los de orden migratorio, concesión de pasaportes y visas y solución en ambos casos de problemas “consulares”.
En ciertos periodos de radicalidad de principios, más políticos que diplomáticos, los representantes de cada país, ejerciendo funciones en sus consulados, lograron bajar las tensiones y dar soluciones sino plenamente satisfactorias, por lo menos próximas a defender intereses de coterráneos en apuros.
Lo que no se interrumpió y creció en el tiempo es la actividad comercial especialmente en el Puerto de Iquique donde funciona la Zona Franca (Zofri) que recibe un fuerte contingente de empresarios y comerciantes bolivianos que hacen fuertes inversiones comprando variedad de productos, como dijo un ejecutivo de la Zofri, señalando que “los bolivianos compran desde una aguja hasta modernos vehículos” y lo hacen en cantidad impresionante.
El Alcalde de Iquique en varias ocasiones ha visitado Bolivia, especialmente Oruro, en misiones de intercambio comercial, de acercamiento diplomático y hasta con una oferta concreta de ceder espacio en su puerto para facilitar las operaciones comerciales de Bolivia… y se dan condiciones más favorables que las que rigen en Arica, puerto por el que Bolivia tiene libre tránsito de acuerdo al Tratado de 1904, que lamentablemente lo incumple la burocracia chilena.
Con el ascenso al poder por segunda vez, de Michelle Bachelet, es posible que se reabra el tratamiento de la “agenda de 13 puntos” que estuvo vigente en su primera gestión y que según esa máxima autoridad puede seguir siendo parte del diálogo futuro, pero sólo con 12 puntos, pues el referido a la demanda marítima está consignado a tener una solución en la CIJ de La Haya.
Pese a tal criterio hay buenas señales diplomáticas, por una parte nuestro gobierno designó a una distinguida profesional como Cónsul en Santiago, la historiadora y docente universitaria, Magdalena Cajías, mientras que desde Chile se oficializó la designación de Milenko Skoknic, como Cónsul en La Paz, experimentado diplomático de carrera. Se aprecia el interés de ambos mandatarios por tener su representación diplomática, en buenas manos, con profesionales de experiencia y sobre todo conocedores de las realidades de ambos países.
El reinicio de un diálogo está con seguridad en la estrategia de los dos diplomáticos, que implícitamente tienen nivel de embajadores de buena voluntad, para manejar las actividades consulares en las capitales de las dos naciones cuyas máximas autoridades, reiteran que “siempre es posible dialogar para negociar”.
En el caso de Bolivia hay la mejor predisposición para restablecer el diálogo, pero advirtiendo que la demanda ante La Haya no será levantada. En cuanto a Chile, igualmente hay deseo de seguir tratando la “agenda” pendiente, aunque restando el punto que hace alusión a la demanda marítima boliviana. Las señales del momento no son malas, tampoco excelentes, pero permiten avizorar algunos avances prácticos a través de los diplomáticos designados en los consulados de La Paz y Santiago.
Un hecho coincidente en la diplomacia de Chile y Bolivia, es que sus gobiernos decidieron renovar embajadores en el Perú, quiere decir que sin alterar sus buenas relaciones toman en cuenta la proximidad limítrofe de un país amigo de ambos, que se dice posee la llave del candado que abrirá el acceso de Bolivia al mar.
Fuente: LA PATRIA
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