Al inaugurar la nonagésima séptima Asamblea de la Conferencia Episcopal de Bolivia su presidente Monseñor Oscar Aparicio, entre otros aspectos afirmó: “No podemos callar ante los casos de corrupción y extorsión que nos dejan perplejos y que se van destapando de forma progresiva”.
La señora ministra de Comunicación Amanda Dávila, ex jefa de Unidad de Investigaciones del periódico “Presencia”, de la Conferencia Episcopal de Bolivia, respondió a los obispos: "La CEB antes que un órgano episcopal de obispos se constituyó siempre desde 2006 en un partido político de la oposición que estuvo permanentemente emitiendo criterios políticos, apoyando posiciones políticas, pero sobre todo posiciones totalmente reaccionarias y conservadoras, oponiéndose a todos los cambios incluso a la CPE”.
A su vez, monseñor Eugenio Scarpellini, Secretario General de la CEB recordó que: “La Iglesia Católica siempre levantó la voz en contra de esta lacra que es la corrupción”.
Corrupción es la palabra de moda, el vocablo temido, porque expresa la degradación en la que se debate nuestra sociedad, desde los altos mandos de la política hasta las clases más modestas de nuestro ambiente.
“Entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las más graves, porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente entre gobernantes y gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones. La corrupción distorsiona de raíz el papel de las instituciones representativas, porque las usa como terreno de intercambio político entre peticiones clientelistas y prestaciones de los gobernantes. De este modo, las opciones políticas favorecen los objetivos limitados de quienes poseen los medios para influenciarlas e impiden la realización del bien común de todos los ciudadanos” (Compendio de la DSI, 411).
Nadie sabe ni donde comienza ni hasta dónde puede llegar la corrupción que triunfa entre nosotros. Dejémonos ilustrar por un documento desgarrador de la Conferencia Episcopal de la República Dominicana de ¡1975!, mismo que señala varias formas de la corrupción en Latinoamérica. Vamos a copiarlas:
“La subida inmoderada de precios de elementos fundamentales o convenientes (alimentos, vestidos medicinas, etc.).
Honorarios altísimos de profesionales que no responden ni al trabajo realizado, ni a la disponibilidad de los clientes.
Engaños conscientes en la calidad, medida y precio de los productos.
Insistencia sin razón y poco rendimiento, en trabajos remunerados por los responsables de centros de enseñanza, profesores, trabajadores, oficinistas, ejecutivos, empleados públicos o privados.
Gratificaciones o primas, coimas, exigidas sin motivo o por el desempeño que deben prestar ya que para eso se les paga.
Obras realizadas con calidad inferior, o con ganancias abultadas bien disimuladas.
Contrabandos, ocultamiento y fraudes de impuestos.
Sustracción de fondos privados o públicos bajo diversos engaños.
Apropiación de beneficios distribuibles entre todos los participantes de la producción.
Apropiación indebida del fruto del trabajo ajeno.
Administración pública de la justicia por móviles ajenos a ella, políticos y económicos; e irregularidad, prejuicio y arbitrariedad en la administración de la misma justicia.
Aprovechamiento de posiciones administrativas para ventaja propia.
Compraventa infame de la dignidad ajena a través de diversos sistemas altos y bajos de trata humana en prostitución.
Manejos en los Medios de comunicación, a base de sobornos hábiles, o para objetivos ajenos a la verdad.
Ventas ilegales de estupefacientes a jóvenes sanos y adictos, para obtener ingresos insospechados.
Chantajes de todo tipo.
Operaciones y sociedades fantasmas.
Supeditación peligrosa de la estabilidad de la paz, de la economía nacional y del bien común, a logros parciales de partidismos políticos y de ambiciones personales, sin miras superiores”.
A todos estos modelos de corrupción que existen hoy día en Bolivia, se refirieron los “medievales” obispos bolivianos, ¿no se habrán quedado algunos más en el tintero?
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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