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Domingo 30 de marzo de 2014

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Cultural El Duende

La última cena y otros cuentos

30 mar 2014

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Dos versiones de una arenga

La historia oficial nos informa que el general José Ballivián y Segurola, antes del combate con los peruanos, en las frías pampas de Ingavi, se encontraba montado sobre un brioso corcel, ataviado con sus mejores galas militares y con el uniforme adornado por múltiples medallas ganadas por su valentía en los campos de batalla. Dice la historia, o los historiadores, que miró el azul y vasto horizonte altiplánico, y luego pasó revista a sus marciales tropas de guerreros, correctamente formadas y entrenadas para morir por la patria, y los arengó con un poema diciendo: “El enemigo que veis al frente desaparecerá como las nubes cuando las bate el viento”

La otra versión cuenta que el general José Ballivián y Segurola, valiente guerrero, borracho y pendenciero, famoso por acostarse con las esposas de sus amigos mientras éstos andaban en correrías conspirativas, miró a su humilde ejército de criollos e indígenas recién reclutados en los ayllus altiplánicos, analfabetos todos ellos, y buscó las palabras apropiadas para infundirles valor y, con feroces palabras, les arengó diciendo: “¿Ven a esos hijos de puta que tenemos al frente? Si no los derrotamos hoy, esta noche serán los que se van a violar a sus mujeres y a sus hijas.

AMANTE CIEGO

Desde que el galán del pueblo se volvió ciego y aprendió Braille, todas mujeres se volvieron libros abiertos esperando ser leídos.

EL ÁNGEL

Nos nació un ángel. No lo digo por usar esta hermosa palabra con la que los padres nos referimos a nuestros hijos recién nacidos. En nuestro caso nos nació un ángel verdadero con alitas y asexuado. Nuestro bebé nació ayer a la medianoche y cuando se deslizó por entre las piernas de Silvana, mi esposa, ni el médico, ni la enfermera, ni yo podríamos creer que en la espalda se movieran unas pequeñas y tiernas alas.

Cuando el doctor lo tuvo entre sus brazos pude ver, con temor y frustración, que no tenía sexo, no poseía un pene y tampoco una vagina, era igual a esos querubines que tanto hemos visto en pinturas, en revistas, en publicidades y en el cine.

Silvana lo tomó entre sus brazos y, sin sorprenderse, me dijo: te dije que sería un ángel.

Antes de abandonar el hospital les hicimos prometer al médico y a la enfermera que guardarían el secreto. Han pasado algunas semanas y vemos cómo crecen las alas de nuestro ángel; sin embargo, no sabemos qué futuro le espera. Queremos creer que seguirá creciendo hasta llegar a ser un ángel adulto. Muchas preguntas me acosan, preguntas que no comparto con Silvana, porque ella está tan feliz que no quiero preocuparla. ¿Qué dirán los otros niños? ¿Creerán que es un ángel de la guarda? ¿Los científicos querrán raptarlo? ¿Qué posición tomará la Iglesia Católica? ¿Querrán canonizarlo? ¿Los dictadores lo buscarán para que dirija sus ejércitos?

ORIGAMI

Tomiashe Arakaki tardó una vida en descubrir todas las formas secretas que encierra el papel. Cuando, por fin, creyó que había dado forma al último de los animales de la creación supo por un sueño que aún le faltaba un mamífero bípedo. Con la experiencia ganada en setenta años, dobló y plegó, hábilmente, la hoja y, en segundos, fueron apareciendo las extremidades, el tronco y la cabeza del hombre. Satisfecho con su obra, la dejó sobre la inmensa mesa en la que, a lo largo de siete décadas, había ido acumulando sus seres de papel y se fue a descansar. Al día siguiente, descubrió asombrado y abatido que varios de sus más hermosos animalitos habían sido cazados y destrozados.

LA VIUDITA ALEGRE

Soy La Muerte, me dijo cuando se dio cuenta que se la estaba charlando para seducirla ahí mismo, en la puerta del cementerio. Solté una risa aguardentosa y le respondí que peores cosas me habían dicho para que no molestes. De veras soy la huesuda, contraatacó haciéndose la difícil. Entonces mostrame tus huesos, la desafié, y ella se levantó coquetamente la negra túnica revelando un par de blancas y largas tibias y unos perfectos y delicados peronés que se unían a unos insinuantes y torneados fémures y, ahí, sí, no pude aguantarme y “le toqué un muslo y La Muerte sonrió”.

EL DESPERTAR

Eva salió expulsada del paraíso con una mano atrás y otra delante. Asombrada e incrédula ante lo que sus edénicos ojos veía, levantó las manos para pellizcarse y despertar de lo que creía era un sueño, dejando al descubierto su espléndida y desnuda belleza primigenia y así fue que empezó el deseo que es la madre de la sabiduría.

LA LUNA

Mi abuela, que descendía de los indígenas movimas de la Amazonía boliviana, afirmaba que la verdadera luna no es la que está en el alto cielo nocturno, sino la que se estremece sobre las ligeras olas de la laguna.

DIME CON QUIÉN ANDAS Y

TE DIRÉ QUIÉN ERES

Andrés me comentó que, después de andar mucho tiempo con supuestos amigos y para no terminar siendo lo que los otros creen que uno es, decidió andar solo para enterarse de quién era en realidad.

LA GUERRA

Dejo de llover y la humedad se alzaba en la tarde de verano cuando vi a un aparecido. Llegó hasta mí con la vergüenza de los que se saben malditos y antes que le pregunta de dónde venía, me miró con sus ojos derrotados y en ellos pude mirar a los muertos que cargaba.

Para tus amigos: