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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 En busca del tiempo perdido - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
El desafío de escribir sobre las implicaciones que acarrea el uso y el abuso de la “hora boliviana” es especial y, a la vez, delicado, pues no se trata solo de reflexionar sobre la impuntualidad, sino sobre la vida misma del boliviano, sus valores personales, su conducta y comportamiento social.
El ser impuntual en las citas, a las que se llega hasta con media hora de retraso, el asistir a invitaciones con una hora de tardanza y comenzar eventos oficiales con notada desorganización y falta de tiempo, es lamentable. Y es bien sabido que no se llega a tiempo a un encuentro porque se piensa erróneamente que el que espera será tolerante. No se llega a la fiesta a la hora fijada en la invitación, porque se cree que “se viene a barrer el salón”; y no se comienzan puntualmente los eventos oficiales porque se espera a la gran autoridad que es dueña de los discursos, o se sigue esperando las salteñas que se encargaron tarde y al maestro de ceremonias que no vendrá.
Tal vez, el problema de la hora boliviana no está en el mal uso del “tiempo”, sino en la forma de ser de los que dicen las famosas frases populares: “voy a ir nomás”, “que estén esperando nomás” o “mañana nomás voy a hacer”. El problema de la hora boliviana está en las actitudes y en los modos en que vive el boliviano: el “nomás”. Usted mismo ha sido testigo sobre estas expresiones cuando alguien está con la premura de cumplir algo, su acompañante le dice: “estate haciendo nomás, yo te voy a ayudar después”; o cuando varias personas tienen que ir a algún lugar, aparece la expresión: “estén yendo nomás, ahurita les alcanzamos”, “pero estén comenzando, nomás”, “que se estén reuniendo, nomás”, “ven nomás”, “después nomás,”, “si quieres, nomás”; o expresiones como “estoy matando el tiempo”, “estoy haciendo hora”, etc. Estas frases supuestamente hacen que se “gane tiempo”, pero en definitiva lo perdemos, o finalmente ni llegamos, ni vamos, ni ayudamos, porque hemos amagado con la expresión una responsabilidad vital: el ser puntual, y la puntualidad es algo que el tiempo se llevó. Ese ser puntual que puede salvar vidas, puede evitar muertes o, simplemente, puede ganar la felicidad.
El mal uso de la hora boliviana tiene otras implicaciones severas y hasta escandalosas, pues en las oficinas se escuchan expresiones como: “vuélvase mañana”, “regrese el lunes”, “búsqueme el próximo mes”, “para fin de año estará todo”, o “el próximo año lo resolvemos nomás”. Estos dichos hacen ver a Bolivia como un país atrasado, postergado y suspendido en el tiempo, y vienen de personas que usan el tiempo inadecuadamente, con impuntualidad que es hermana de la irresponsabilidad y la falta de respeto. El ser impuntual en el trabajo es ser irresponsable con el trabajo e irrespetuoso con los trabajadores y con los beneficiarios de ese trabajo.
Nadie se da cuenta que detrás de la hora boliviana está la pérdida de segundos y minutos productivos y preciosos que se pueden usar mejor, por eso no solo hay una “hora boliviana”, sino “segundos y minutos bolivianos, y así como se pierde el tiempo, también se puede perder el futuro, porque las horas bolivianas se convierten en “días, semanas, meses y años bolivianos”.
La expresión de “vuélvase mañana” hace que la vida se pierda y se diluya en el desánimo y en la pobreza, porque detrás de estas postergaciones están los desastres económicos, enfermedades psicológicas y consecuencias sociales, porque el ser impuntual e irresponsable lleva a perder negocios, producción e ingresos, con consecuencias de salud mental y sentimental, porque el que vive esperando y corriendo para alcanzar el tiempo perdido, vive en con estrés y con el estigma de ineficiente e ineficaz.
Tal vez las reflexiones sobre las implicaciones de la hora boliviana no están en los cambios de horarios, en las sanciones por retrasos, en premios a la puntualidad, sino en la actitud de las personas que deben cambiar sus hábitos de vida y uso del tiempo, y sólo así viviríamos un ¡aquí y ahora! y no un “allá y mañana”, un “justo a tiempo”, viviríamos el tiempo, sin darle tiempo al tiempo, para no hablar más de la búsqueda del tiempo perdido o de lo que el tiempo se llevó.
(*) Educador y comunicador
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