Desde siempre, los bolivianos y en todos los gobiernos, hemos sentido una ausencia crónica de unidad, una especie de manía de creer que cada quien debe andar por su lado, así sea en cuestiones que atingen a todo el país o en lo que debe tener participación activa toda la sociedad.
Hoy, más que nunca, es preciso tener unidad para enfrentar serie de problemas que nos atingen, que nos postergan y no dejan espacios para alcanzar metas que todos ansiamos. Antagonismos, posiciones clasistas y diferencias de toda laya nos han separado de objetivos que son comunes. En el mismo problema de nuestro retorno a las costas del Pacífico, muchas veces hubo posiciones divergentes y tampoco nos hemos propuesto unir voluntades, criterios y posiciones para coincidir en el único propósito que debe ser aunar esfuerzos para lo que es de interés general.
Hay que lamentar que las posiciones político-partidistas intransigentes, han creado una especie de barrancos insuperables porque especialmente los llamados “procesos revolucionarios” se han encargado de dividir no sólo posiciones ideológicas sino propósitos comunes. Esos procesos, sean de izquierda o derecha han fracasado por igual y no han arribado a ninguna solución para los inmensos problemas habidos y se han concretado a fortalecer y hasta enriquecer posiciones políticas y personales a costa de los intereses generales del país.
Las políticas de cambio que jamás lograron resultados positivos, han quedado estancadas en simples propósitos aunque sin saber en qué consistirían ellas, porque nunca fueron enunciadas dentro de parámetros realizables o que, en muchos casos, consulten el sentir de la población. Así, muchas generaciones se han frustrado porque se las hizo vivir sólo con planteamientos e ideas no concretadas.
Las experiencias sufridas, tanto en lo político como en lo económico y social, muestran la urgencia de unidad y son las corrientes político-partidistas las que deberían iniciar acciones para tener unidad en lo que importa realmente al país, tener planteamientos que permitan avanzar y no retroceder; acciones que ayuden a corregir todo lo malo, perfeccionar lo bueno y proponer que ningún régimen, del tinte que sea, cometa los yerros que han postergado al país.
Hay aspectos de la vida nacional que conjuntamente deben ser combatidos: corrupción, con sus ingredientes de contrabando, narcotráfico, apropiación indebida de dinero del Estado, malversación de fondos, falta de austeridad y otros, con la aplicación de políticas constructivas para evitar mayores males al país. Es preciso encontrar vertientes que lleven a los mismos objetivos en que primen las condiciones de tener vocación de servicio y conciencia de país. Hay muchos aspectos que son, tienen que ser, encarados por todos; de otro modo, con seguridad que los males se incrementarán y los errores aumentarán en perjuicio general. Finalmente, la soberbia y la petulancia que caracteriza a muchos, deben ser desterradas del diario vivir.
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