Luego del intenso tráfago carnavalero, con su tragedia y sus alegrías, ya con más calma en función de la realidad que se vivió, aunque no es novedad, es impresionante el movimiento económico que se ha generado en Oruro, empezando por tomar en cuenta la cifra de visitantes que llegó a Bolivia, que corresponde según el Viceministerio de Turismo a por lo menos un millón de personas de las cuales quinientas mil estuvieron en Oruro, un 20 % se trasladó a Santa Cruz y el 30 % restante visitó otros sitios y otros carnavales del país.
Sólo con ese dato hay que suponer un gasto mínimo que realizó cada turista lo que significa un movimiento impresionante de recursos cuyo destino es lo que obliga a un meticuloso estudio, pues lo cierto es que circula mucho dinero, pero su beneficio no se aprecia en materia de crecimiento local, pues al contrario de lo que se piensa en materia económica, Oruro tiene déficit de ingresos cuando se revisan las cuentas claras y lee los números en el debe y el haber.
Según la proyección económica, de los analistas económicos, se presume un gasto aproximado de 1.000 bolivianos por cada turista en un lapso de tres a cuatro días de permanencia en el país, lo que significa mil millones de bolivianos a nivel general y para Oruro la mitad de esa cifra, sin saberse claramente cómo nos benefició esa circulación de dinero.
El Carnaval genera un inusitado movimiento comercial, en el caso de Oruro no sólo en los días de su celebración, sino tres meses antes, desde el Primer Convite y sucesivamente semana tras semana hasta llegar a los tres días del maravilloso espectáculo devocional y folklórico. Quienes gastan en todo ese proceso son los danzarines, llámense también devotos, que invierten desde sus trajes de ensayo, sus cuotas institucionales para el pago de bandas en los entrenamientos coreográficos y el adelanto para tener un buen disfraz en el día de peregrinación y los días siguientes de Carnaval.
Los gastos para los orureños, anfitriones naturales del periodo de Carnaval, se multiplican pues también en casi la mayoría de los casos deberán costear en gran parte la atención de sus ocasionales visitantes, parientes o huéspedes especiales, sin percibir ingresos de ninguna clase, salvo algunos vecinos que arman graderías o instalan negocios eventuales que son parte del movimiento económico general del carnavaleo.
Hay intenso movimiento del transporte interdepartamental que sube sus tarifas desmedidamente, el sistema hotelero en tres o cuatro días nivela sus ingresos generales, los restaurantes de todo tipo también mejoran su movimiento, en estos casos mencionados se entiende que suben también las obligaciones tributarias, eso significa que el SIN percibe más ingresos.
Hay un comercio informal que se genera con la presencia de comerciantes del interior, que venden todo lo que pueden, desde baratijas, hasta bebidas y comidas, que pagan algún derecho de sitio y perciben muy buenos ingresos, nada de ese movimiento subterráneo sirve a la economía local.
Sin tocar otros elementos que son parte del gigante movimiento económico que produce el Carnaval, en el caso de Oruro, cada año y como ya lo estamos haciendo, sacamos cuentas y exigimos que los organizadores rindan cuentas, generalmente los resultados no son muy halagüeños, lo que nos obliga a insistir en realizar un estudio técnico – económico que establezca el movimiento financiero que se produce, con la mayor aproximación a lo real y se determine el destino de esos recursos, que por lo visto no se quedan en Oruro y no capitalizan el fastuoso Carnaval.
Fuente: LA PATRIA
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