El Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización ha hecho una llamada a todas las diócesis de la Iglesia universal, proponiendo que este 28 de marzo, a partir de las 17:00 horas, al menos un templo en cada diócesis del mundo entero permanezca abierto, durante veinticuatro horas con la presencia de sacerdotes para que los fieles puedan acceder a la recepción de los sacramentos de la confesión y la eucaristía.
Al invitar a todas las iglesias diocesanas a unirse a esta jornada penitencial y eucarística, el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella afirma: "La Nueva Evangelización tiene entre sus tareas, que se vuelve cada vez más central, el sacramento de la reconciliación. Por esta razón, se propone hacer la mayor parte de la cuaresma como particularmente adaptado a vivir la experiencia de evangelización a la luz de la confesión".
Pero ¡qué difícil resulta hoy hacer una buena confesión!, porque aunque la Iglesia nos llama a la absolución, el pecador no revivirá el perdón, si en su interior no posee las debidas condiciones.
“El que tiene la horrenda costumbre de blasfemar, es inútil que se confiese si no está dispuesto a luchar con todas sus fuerzas para desarraigar de su alma ese vicio satánico; el que falta a Misa los domingos con cualquier fútil pretexto, es preciso que tome la determinación inquebrantable de no omitirla jamás, a no ser en caso de absoluta imposibilidad; el que tiene odio o rencor en su corazón, no recibirá la absolución de sus pecados, si no perdona de todo corazón a su enemigo; el que está liado con una amistad pecaminosa, para nada le servirá la absolución, si no está dispuesto a romper con ella cueste lo que cueste; el que se está enriqueciendo demasiado de prisa con negocios sucios o injustos, no adquirirá la gracia de Dios, aunque se confiese, si no está dispuesto a restituir lo injustamente adquirido y no renuncia para siempre a las futuras injusticias; el casado que pisotea las leyes del matrimonio, se levantará del confesionario con un nuevo pecado de sacrilegio si no está dispuesto a tomar las medidas necesarias para que no se repita tamaña inmoralidad” (ROYO MARIN: Teología de la salvación, 91, BAC 147).
Sin embargo el que se prepara bien y confiesa mejor, se verá libre de los más monstruosos crímenes.
Una mayoría no tiene, ni una pálida idea de la maravilla de una buena confesión, practicada con las condiciones psicológicas convenientes. La Confesión es algo mucho más profundo de lo que se piensa, ya que es realizar la experiencia de que existe una fuerza de resurrección en el mundo.
La confesión es fe en la resurrección. ¿Queremos resucitar? Acerquémonos a un confesionario. Aunque hayamos cometido un monstruoso homicidio, podremos liberarnos de nuestros enemigos interiores, de nuestra odiosa personalidad, de nuestra manera de ser incómoda, desabrida, insoportable a nosotros mismos y a los demás.
Acerquémonos a un confesionario, podremos morir a nuestros caprichos, a esos pecados nuestros, a nuestra pobre y mezquina voluntad, para resucitar a la voluntad de Dios, que es amor, paciencia, confianza, ternura, apertura, indulgencia, alegría.
Una verdadera confesión nos dará la experiencia de que existe el perdón de los pecados, de que es verdad de que el hombre puede ser purificado, que puede ser perdonado, y esto da tanto gozo, tanto gozo, que en el Evangelio terminaba siempre con un banquete.
Para el hijo pródigo hubo un gran festín, el mayor de la historia de la hacienda. Mateo convocó a todos los publicanos para beber y comer y hacerlos partícipes de la alegría de su conversión, Zaqueo ofreció un gran banquete.
En el Evangelio los pecadores perdonados, se quedaron toda la vida con su confesor, y nunca de les ocurrió pasar de largo, como si no lo hubiesen conocido nunca. Ellos se quedaron toda su vida en el confesionario.
María Magdalena toda su vida, había sido tan estupendo aquel perdón. Toda su vida llena de alegría, no hacía más que reírse, llorar de gozo en aquel confesionario. La confesión bien practicada con tiempo y emoción, con sinceridad y dolor es una aventura inolvidable.
Eliminada la presencia del oprimente Satanás, el alma desata toda la alegría que estaba aplastada y se siente en un arrebato de felicidad incomparable. Zaqueo y Mateo invitan a un banquete, porque han descubierto por primera vez en su alma, el tesoro de una auténtica resurrección del espíritu y han contemplado la belleza divina retratada en sí mismos.
Nosotros también podemos resucitar con la maravillosa confesión sacramental.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.