La reivindicación marítima no es sólo cuestión de fe
24 mar 2014
Por: Jorge Lazzo Valera
Como es habitual recientemente recordamos el 135 aniversario de nuestro enclaustramiento marítimo y se escucharon rimbombantes discurso y compromisos que las autoridades asumen cada año y no siempre se cumplen. Ello demuestra que nuestra reivindicación marítima no pasa sólo por un acto de buena fe, sino más bien por tener una estrategia bien diseñada, muy bien delimitada y definida para poder retornar a las costas del Pacífico con un acceso libre e irrestricto.
La acción concreta está inscrita en el mandato constitucional que resulta ser imperativo para la estrategia geopolítica boliviana, además de cumplimiento obligatorio para autoridades y todos los bolivianos, tomando en cuenta el Título VIII de la Relaciones Internacionales, Fronteras, Integración y Reivindicación Marítima, instituye en el Capítulo Cuarto de Reivindicación Marítima de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, en su artículo 267 parágrafo I que: “El Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo”.
Empero esa instrucción de “acatamiento obligatorio” no se cumple, porque hasta la fecha los pueblos de la frontera boliviano-chilena continúan viviendo en condiciones de pobreza y extrema pobreza, porque las autoridades nacionales no pusieron su mirada en el desarrollo sostenido y sustentable de esas comunidades. Ni siquiera el tan publicitado Plan Fronterizo de Soberanía logró cubrir las expectativas de los hombres y mujeres que son centinelas de nuestra amplia frontera con Chile, asumiendo sólo poses chauvinistas que no benefician a nadie.
Así se cumple sólo en parte la buena fe de las autoridades, que tampoco ponen en práctica lo determinado en el parágrafo II del artículo 267 de la CPE donde se ratifica que: “la solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano”.
Si eso fuese así, qué hace el Poder Central por mejorar la calidad de vida de los pobladores de los pueblos fronterizos de Pisiga Bolívar y Pisiga Sucre, Chungará y otras comunidades aledañas donde nuestros compatriotas se ven obligados a tener una doble nacionalidad para acudir a los servicios de salud y tener acceso a las escuelas donde “nuestros vecinos” otorgan un trato preferente a su habitantes de la I región al extremo que tienen que mantener abierta una escuela para no dejar a los niños bolivianos sin educación.
La intención del primer mandatario del país, Evo Morales Ayma, quizá constituye una decisión personal de retornar a las costas del Pacífico como anunció el año 2012 durante la entrega de obras de infraestructura educativa en la población de Cosapa, donde comprometió ejecutar en el corto plazo el proyecto vial Turco-Cosapa-Tambo Quemado, dando un giro a la política de integración marítima boliviana, para vincular el Pacífico con el Atlántico por Bolivia, uniendo de forma directa Chile con el Brasil y viceversa. Sin embargo esas obras avanzan con lentitud y no se aprobó el total del financiamiento para tener una vía expedita todo el año.
La promesa del Presidente Evo Morales, aplicando su nueva lógica marítima fue poner en marcha del primer corredor biocéanico a fines del año 2013, empero hasta la fecha no se concluye la vía de 230 kilómetros que garantizará el fácil acceso en seis horas al puerto chileno de Iquique desde Oruro, lo que incrementará el creciente flujo comercial, sin dejar la vinculación Brasil-Perú que impulsan funcionarios del gobierno central pretendiendo aislar a Oruro para favorecer sólo a La Paz.
Si realmente la administración del Presidente Evo Morales Ayma quiere conseguir un acceso soberano al Pacífico, debe preocuparse porque Oruro sea el eje de integración con el primer corredor interoceánico, por lo que urge tener adecuada infraestructura para llegar a las costas del Pacífico y el Atlántico como una alternativa de desarrollo que debe darse a corto plazo, manteniendo el tráfico de los puertos de Arica, Antofagasta, Iquique, Antofagasta, Ilo y Matarani, en la conexión con el Pacífico y los puertos de Santos, Paranagua, Hidrovía Paraguay-Paraná por el Atlántico, lo que convertirá a nuestra región en zona altamente competitiva.
Si se ejecuta esa decisión gubernamental se puede hablar de unir los dos océanos por Oruro, ciudad que por su estratégica ubicación geográfica, debe ser el nudo de la integración y principal distribuidor del primer corredor biocéanico una vez se concluya el proyecto vial Oruro-Pisiga, restando ejecutar el último tramo Toledo-Ancaravi, integración que establecerá un nuevo eje económico en Bolivia y la llave de ingreso al Pacífico con dominio de sus costas a través de los principales puertos de Antofagasta, Iquique y Arica de la vecina República de Chile y, su necesaria conexión con el Atlántico a través del primer corredor biocéanico que vinculará a Oruro, Cochabamba y Santa Cruz con el Brasil, para cambiar la visión de crecimiento y desarrollo departamental, debiendo ubicarnos en el contexto de la macro región sudamericana y asumir la gran responsabilidad de administrar el poder regional desde el Altiplano Central.
Ojalá estas ventajas competitivas que tiene Oruro sean bien aprovechadas por las autoridades del Gobierno Central para consolidar a nuestra capital como líder del desarrollo sostenible, mejorar la calidad de vida de los bolivianos y orureños en particular, a partir del establecimiento del principal y primer centro económico del país en el occidente del país destacando su vínculo directo con el norte de Chile, el sur del Perú y el norte de la Argentina, así como su conexión consolidada con el sur del país pasando por Potosí hasta Sucre y Tarija, el norte de Potosí y las principales provincias colindantes de Cochabamba y desde Caracollo hasta El Alto de La Paz. Sólo así se justifica el cambio de la lógica marítima del presidente Morales, para demostrar que no es sólo una acción producto de una reacción hormonal ni un acto emotivo, sino al contrario, una decisión que consolidará la unión Pacífico-Atlántico por Oruro, para beneficio de todos los bolivianos.
(*) Periodista.
lapalabraencarnada@bolivia.com
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