Cuando transcurren 135 años desde la pérdida de nuestro Litoral por la alevosa incursión armada y belicista de fuerzas chilenas, el asunto ha tomado otra dimensión especial en el ámbito internacional, especialmente desde que el gobierno boliviano decidió plantear su demanda de reclamo a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, donde actualmente se trata el caso con un cronograma especial que tendrá algunas alternativas el próximo mes de abril.
Para que no olviden los vecinos agresores, el Departamento del Litoral fue creado durante la presidencia del Mariscal Andrés de Santa Cruz por Decreto Supremo del 1ro de julio de 1829 y su población entonces alcanzaba a más de cinco mil habitantes. El Litoral ocupaba la zona de Atacama con inmensas costas hacia el Océano Pacífico en una extensión de 120 mil kilómetros cuadrados y su capital era Antofagasta. Un territorio de gran riqueza mineral y además una enorme cantidad de guano importante fertilizante que después Chile exportó a Europa. En el estallido de la guerra del Pacífico los puertos bolivianos eran Cobija o La Mar, Tocopilla, Antofagasta y Mejillones todo ese territorio cautivo desde el 23 de marzo de 1879.
Incluyendo los intereses extranjeros que influyeron sobre las fuerzas armadas de Chile, claramente predominó también la característica expansionista de un núcleo de poder que hasta el presente mantiene su predisposición belicista. Todo este proceso es parte de la historia que se conoce, aunque después de tantos años surgen revelaciones sobre otros intereses internos de los ricos bolivianos que en ese tiempo defendían también sus propiedades, de manera especial en gran parte de la riqueza minera.
Mucha agua ha corrido bajo el puente y quien creyera no se trata sólo de mar, agua salada, también agua dulce boliviana ha sido desviada al invadido territorio para aliviar la sed de los habitantes del norte chileno, son las aguas del Silala por las que el país vecino debe una millonaria deuda histórica a Bolivia.
La historia avanzó sin pausa, dejando atrás tratados, especialmente el de 1904 al que se aferra la diplomacia chilena, aun sabiendo que ese acuerdo forzado por su política no se cumplió ni se cumple correctamente al presente.
El reclamo boliviano ha sido y será persistente en pos de justicia, de ahí que se acudió a La Corte de La Haya, no para que se resuelva la restitución del mar y el territorio ocupado sino para que esa instancia exija a Chile establecer las condiciones propicias para un diálogo abierto que permita encontrar avenencia para que Bolivia no siga perjudicado en sus intereses económicos, lastimados más de un siglo y recupere su derecho de tener una salida soberana al mar como la tuvo desde su nacimiento.
Según los expertos, se han hecho algunos avances importantes en función a crear una conciencia externa sobre el reclamo boliviano, un logro que permite en la actualidad contar con el apoyo solidario de varios países no sólo de la región, también de otros continentes cuyos representantes se han solidarizado públicamente con Bolivia, inclusive ciertas corrientes “sociales” chilenas lo han manifestado en más de una ocasión, lo que demuestra que sólo existe una marcada resistencia a solucionar nuestra mediterraneidad en los ámbitos de la política conservadora de algunos segmentos chilenos radicales, como sus fuerzas armadas y contados políticos.
Corresponde en esta fecha especial en que los bolivianos recordamos el Día del Mar, insistir en profundizar la “diplomacia de los pueblos”, como una forma de expandir por nuestra parte el reclamo de justicia que nos asiste para recuperar nuestro territorio y nuestras costas usurpadas. La corriente que prevalece en el mundo es integracionista y un país como Chile no puede seguir siendo separatista.
Fuente: LA PATRIA
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