En materia de salud ingresar a una sala de terapia intensiva, implica una situación de alto riesgo y obliga a los profesionales a un tratamiento de suma urgencia con la o el enfermo, en la situación analógica, el paciente es ahora el Hospital General, el único de tercer nivel en el rubro de salud pública, fuera de otros centros como los del seguro social o las clínicas privadas. Un paciente que se cae a pedazos y está a punto de derrumbarse.
El problema es resultado de un acentuado descuido de las autoridades del ramo y de aquellas que tuvieron bajo su responsabilidad el mantenimiento de la infraestructura, su cuidado permanente y la disposición oportuna de medidas que eviten su paulatino deterioro.
Una pena, pero ni unos ni otros, tomaron responsabilidad directa para atender la demanda técnica del vetusto edificio hospitalario, que particularmente en su estructura más antigua, la que está en el frontis del edificio, no ha tenido ningún tratamiento, el deterioro es notorio y ahora corresponde salvarlo con medidas de emergencia.
Cuando se habla del Hospital General San Juan de Dios en Oruro, hay una serie de aspectos que son parte de los males que afectan a esta institución, por una parte y por mucho tiempo su dependencia directa de los presupuestos generales de salud administrados por el ministerio de área y por lo mismo con una serie de restricciones y limitaciones, pues no siempre se disponía de las partidas requeridas para salvar las contingencias emergentes de ofrecer un buen servicio de salud pública a la población, la más necesitada y la de menos ingresos.
Políticas de salvataje se aplicaron en otro periodo, disponiendo que los hospitales públicos pasen a la administración de los municipios. Cómo se puede apreciar, la medicina no fue la mejor, pues ahí comenzó a complicarse la salud estructural de los hospitales, no sólo el de Oruro, en otras ciudades también se lamentan situaciones parecidas, como sucede con muchas entidades dependientes de presupuestos excepcionalmente dispuestos y aprobados para la atención del delicado problema de la salud pública.
Otra medida, posiblemente más atinada, aunque todavía no probada en la máxima instancia de las presiones sociales, que implica responde el pedido ciudadano de tener mejor atención, en centros adecuadamente implementados, en seguras instalaciones, con equipos modernos y suficiente cantidad de profesionales, especialistas y técnicos debidamente capacitados, puede poner en conflicto a las gobernaciones, tal el caso de Oruro, que desde hace poco tiempo debe encarar la administración del nosocomio público en el que el requerimiento de servicios es masivo, aún con parte de su estructura que se cae a pedazos.
Para colmo de males, cuando se habla de una casi forzosa demolición para realizar una nueva construcción, resulta que la estructura está catalogada como patrimonial, por lo mismo no puede encararse tal demolición sin antes realizar un estudio especializado que defina el tratamiento de su restauración.
La situación es sumamente complicada y amerita decisiones urgentes, nuestro hospital general, el único de tercer nivel en la ciudad, está sumamente enfermo y necesita cuidados intensivos, pero bajo vigilancia altamente profesional para salvar su estructura patrimonial y al mismo tiempo rehabilitarlo para que siga prestando todos los servicios de salud a centenares de ciudadanos que acuden a sus consultorios y/o son atendidos en quirófanos y salas de recuperación.
La Gobernación debe tomar decisiones y las autoridades del Ministerio de Salud, deben otorgar atención de emergencia al hospital general de Oruro.
Fuente: LA PATRIA
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