A propósito de la celebración del día del padre, este pasado 19 de marzo, he querido reflexionar en torno al significado conceptual de los términos padre, padrino y padrastro, que están directamente relacionados en la nominación de los tres tipos de personas que llevan en su aura masculina la esencia de la paternidad (sin excluir a tíos, hermanos, abuelos, etc.), y que en esta semana han sido agasajados sustanciosamente por los hijos, ahijados e hijastros, principalmente en las escuelas y colegios de nuestra ciudad.
Padre: en el ámbito biológico es aquel hombre que tiene hijos en descendencia directa, es el progenitor, la cabeza del hogar y la familia, el protector, y como “buen padre” es el gran proveedor. Ser papá es, ante todo, tener un buen corazón para guiar y corregir a los hijos, pues quien ama, educa. Juega un rol sustancial en la construcción de la identidad y seguridad del niño, (para quien es su primer héroe), y también para la niña (quien es la primera que se enamora del padre). Es el modelo masculino que influye decididamente en todas las áreas del desarrollo de la infancia. El papá da confianza y salud emocional a los hijos, demuestra firmeza y seguridad en la conducción por el camino de los valores que desea heredarles. La paternidad es un desafío para proteger a la familia, proveerla de sus necesidades y formar para la vida, con el recurso más importante de todo ser humano, el amor.
Padrino: es aquella persona que acepta dar un patrocinio a alguien, desde el bautizo o en cualquier otra oportunidad. Es el favorecedor y bienhechor, el que procura amparo, es el tutor y acompañante, que está junto al ahijado en presencia o ausencia del padre. Esta idea es una acción muy fuerte en la cultura boliviana, pues el padrino, resuelve muchas necesidades del niño, y no sólo desempeña el rol de acompañante en el sentido espiritual y religioso que también es sumamente substancial. El apadrinamiento permite ayudar en la mejora de las condiciones de vida del niño o la niña, incluso a lo largo de su infancia, adolescencia y juventud. El padrino pareciera estar presente en tres ámbitos importantes del infante, que son la salud, la educación y el amor, por eso su imagen es parecida, con mínimas diferencias, a la del padre.
Padrastro: el concepto viene de la forma de parentesco con el niño, que es la adopción. Es el hombre que hace de padre sin serlo biológicamente, es decir sin ser progenitor. El vínculo nace de la ausencia del padre verdadero por separación, divorcio o fallecimiento. El rol que cumple el padrastro debería ser igual al del papá, de proveer, proteger, amparar, educar y dar amor; sin embargo, como la relación con los hijos no es la más natural y, muchas veces, hasta forzada, el padrastro no cumple cabalmente estas realizaciones paternas; en tal sentido, la palabra padrastro parecería usarse como acepción despectiva y displicente.
Después de dichas anotaciones me quedé sorprendido por el juego de roles que cada uno de ellos debe cumplir. Y me di cuenta que nada es absoluto, pues se observa en la actualidad que estos roles cambian y se modifican, resemantizando a sus actores; o sea, pueden haber padres que maltratan a sus hijos y, por tanto, parecen padrastros; padrinos que son padres ejemplares; y padrastros que aman a sus entenados como verdaderos padres con filiación real, todo esto es una sociedad que ya no es como la de “antes”.
Y hubo en la historia de la humanidad un hombre ejemplar y piadoso que cumplió con los tres roles de excelencia, siendo padre, padrino y padrastro, al mismo tiempo. Un ser que supo proveer, proteger y guiar, educar, amparar y amar: San José, el compañero de María y padre de Jesús. José fue para Jesús el padre y modelo terrenal, el provisor y educador; fue el padrino, en el sentido original de patrocinio, como servidor y favorecedor permanente; y fue padrastro que, como sabemos, su adopción fue de aceptación y acogimiento a su mujer y su niño, a quien trató como su verdadero hijo. Por eso no es casualidad que en esta misma fecha se dedique una especial veneración a este hombre santo, que además fue carpintero, y que dejó un cúmulo de valores en la esencia misma de la paternidad.
(*) Educador y comunicador
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