Domingo 16 de marzo de 2014
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A estos inventores de costumbres, inventores del progreso, englobados en la progresía total hay que recordarles, y más aún a las feministas radicales que exigen la “cota”, o como se llame, de igualdad, que con la llegada del cristianismo “ellas” fueron las que se pasaron “en masa “a él, al comprobar que la mujer era valorada y que su dignidad era equiparada a la del varón. Ahora corremos el riesgo de tener que explicar lo que es dignidad.
Todo esto no es una ocurrencia de la Iglesia o de la Conferencia Episcopal Española. Los libros de Historia, no de la memoria histórica, ni la memoria de la Junta de Andalucía.
Adalbert Hamnan, en “La vida de los primeros cristianos”. “Tanto a las mujeres desenfadadas, como a las de nobles exigencias, El Evangelio les trae un aire más puro, un ideal. Patricias y plebeyas. Esclavas y matronas ricas, muchachas jóvenes y también las pelanduscas arrepentidas, en Oriente, como en Roma en Lyon, acuden a las filas de las comunidades. Las mujeres que tenían fortuna, mantienen a las comunidades con sus riquezas.