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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Luces y sombras de nuestro Carnaval - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Ni duda cabe, que el Carnaval de Oruro es único por su motivación: la devoción a la Santísima Madre de Jesús, en su advocación de Nuestra Señora del Socavón.
Monseñor Braulio Sáez, anterior Obispo de Oruro, decía en su Carta Pastoral “María del Socavón en el caminar de nuestro pueblo”: “Nuestro Carnaval tiene un evidente origen mariano, por más que algunas corrientes quieran desvirtuar esta dimensión religiosa y de fe… hunde sus raíces en la fe cristiana más genuina”.
Luego, ni duda cabe que la gran mayoría de los participantes de la Peregrinación del Sábado de Carnaval, lo hacen por “la Mamita” como la llaman cariñosamente, devoción que lamentablemente, con el crecimiento del número de conjuntos folclóricos, el incremento de los bailarines, los bloques, etc., necesita ser reencauzada.
La religiosidad o piedad popular es cierto que constituye un “verdadero tesoro del Pueblo de Dios”. Así lo advertía Monseñor René Fernández Apaza, también anterior Obispo de Oruro: que en aquellas zonas de la Diócesis de Oruro en las que se había mantenido o fomentado esa religiosidad popular, las sectas habían incursionado mucho menos que en aquellos sectores del Departamento donde se había puesto hacha, a toda expresión devocional popular.
Pero, como ya lo señalaba Juan Pablo II “todas las devociones populares genuinamente cristianas han de ser fieles al mensaje de Cristo y a las enseñanzas de la Iglesia”. No basta que existan, necesitan estar en constante purificación y encauzamiento pastoral.
Nuestro Carnaval, único en el mundo, a pesar de hundir sus raíces en la fe cristiana, tiene sus luces y sus sombras. Del lado de las luces están la centralidad de su devoción mariana, el esfuerzo de los bailarines, “el sentido de fiesta” como “momento celebrativo de vida y de gozo de todo un pueblo”, como “encuentro de fe”.
Las sombras de nuestro Carnaval serían:
1.El impudor. Es lamentable que a lo largo de la ruta de la Peregrinación, y a todas horas, músicos, bailarines y espectadores conviertan las bocacalles y las puertas de las casas, en mingitorios públicos. Se ha perdido completamente el respeto en este tema. Este mal ejemplo, en los últimos años, se ha extendido asimismo a otras manifestaciones similares, desfiles, fines de semana, así, hay sectores céntricos de Oruro, que se han convertido en “urinarios” públicos desde la última hora de la tarde en adelante: Sucre y Velasco Galvarro, Sucre y Pagador, Soria Galvarro y Bolívar, etc., y quienes orinan ahí, son personas de todas las clases sociales, sobrios y ebrios.
El pudor tiene una relación estrechísima con el sentimiento de vergüenza, el pudor es un sentimiento de protección de la intimidad personal. Los animales no experimentan el pudor, por tanto es algo que pertenece exclusivamente a la persona humana. Contrariamente, el impudor significa retroceder de la palabra humana al gruñido del animal.
Defensa de Niños Internacional (DNI), una organización no confesional, hace algunos años, mediante spots televisivos ya nos advertía de esta costumbre impúdica, en el sentido de que Oruro viene a ser una de las ciudades con mayor índice de micción en vías públicas.
2.La intemperancia. Según Santo Tomás de Aquino, la sobriedad, -una de las expresiones de la virtud de la templanza- consiste en la moderación de las bebidas alcohólicas. ¿Quién está en desacuerdo en que nuestro Carnaval se ha convertido en un tiempo, (con sus semanas de ensayos precedentes, durante la realización del mismo y algunos días después de él), en que se hace gala del abuso de bebidas alcohólicas? El tiempo completo de ensayos, Carnaval y post Carnaval, es un tiempo de intemperancia social.
La apostasía y el impudor han crecido en los últimos tiempos simultáneamente de manera especial: avidez desordenada por el gozo de esta vida, el rechazo de la Cruz y de la vida sobria, la aceptación de las costumbres mundanas, el alejamiento de la Misa de domingo, la escasez de vocaciones, etc.
En lo que se refiere al Carnaval nuestro, tenemos que rehacer entonces el entramado evangelizador al interior de los conjuntos folclóricos, a fin de que la devoción mariana que los reúne para bailar sea auténticamente católica, así se podrá aplicar al mismo, con toda certeza lo que dijo Juan Pablo II: “el que canta reza dos veces y el que baila tres”.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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