Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento). Poeta y escritor nicaragüense (1867 – 1916). Considerado como la figura máxima de la lírica contemporánea. Entre sus obras más famosas figuran “Abrojos” (1887); “Azul” (1888); “Prosas profanas” (1896); “Cantos de vida y esperanza” (1905); “El canto errante” (1907); “Canto a la Argentina” (1910); “Poema del otoño y otros poemas” (1910). En prosa publicó “Azul” (1888); “Los raros” (1896); “Peregrinaciones” (1901) y “La caravana pasa” (1902).
¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Letanía de nuestro señor Don Quijote
Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y se ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad…
Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, ¡Salud!
¡Salud, porque juzgo
que hoy muy poca tienes
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!
¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!
Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.
¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!
¡Ruega por nosotros que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora, gran señor.
¡Tiembla la floresta del laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor!
Ruega generoso, piadoso, orgulloso,
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.
De tantas tristezas, de dolores tantos,
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias, de horribles blasfemias
de las Academias,
¡Líbranos, Señor!
De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blancos ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlas la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, Señor!
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad…
¡Ora por nosotros, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!;
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!
Los cisnes
¿Qué signo haces,
oh Cisne,
con tu encorvado cuello
al paso de los tristes
y errantes soñadores?
¡Por qué tan silencioso de ser blanco
y ser bello,
tiránico a las aguas
e impasible a las flores?
Yo te saludo ahora
como en versos latinos
te saludara antaño
Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores
cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas
es la misma canción.
A vosotros mi lengua
no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis,
acaso, alguna vez…
Soy un hijo de América,
soy un nieto de España…
Quevedo
pudo hablaros en verso en Aranjuez…
Cisnes,
los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas
sus caricias más puras
y alejen vuestras blancas figuras
pintorescas
de nuestras mentes tristes
las ideas oscuras.
Brumas septentrionales
nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas,
se agostan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones
para nuestras cabezas,
y somos los mendigos
de nuestras pobres almas.
Nos predican la guerra con águilas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
mas no brillan
las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes,
ni hay Alfonsos ni Nuños.
Faltos del alimento
que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas
sino buscar tus lagos?
A falta de laureles
son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias
busquemos los halagos.
La América Española
como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge
que el porvenir espera con la
interrogación de tu cuello divino.
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres
hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos
ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
He lanzado mi grito, Cisnes,
entre vosotros,
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga
de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león…
… Y un cisne negro dijo:
“La noche anuncia el día”
Y un blanco:
“¡La aurora es inmortal,
la aurora es inmortal!”
¡Oh tierras de sol y de armonía,
aún guarda la Esperanza
la caja de Pandora!
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.