La reciente sentencia del Tribunal Constitucional (TCP) acerca de la despenalización del aborto me ha traído a la mente el conocido chiste post electoral del 1989 que tal vez algunos de mis lectores ya no recuerdan. Se cuenta que los tres candidatos principales, Goni, Jaime Paz y Banzer, fueron a pedir a la Virgencita de Urkupiña la gracia que más deseaban en las elecciones. Y - ¡milagro!- los tres fueron atendidos: Goni pidió el triunfo electoral y salió primero, el pedido de Jaime era ser Presidente y fue electo en el Congreso y Banzer rogó que pudiera gobernar y fue escuchado: ¡puso a sus ministros!
De manera similar, con la sentencia del TCP tres "amici curiae", Gobierno, Iglesia y ONG’s pro despenalización del aborto presentaron sus ruegos al TCP, instancia que, sin ser virgen, cumplió todos sus deseos.
En efecto, la Iglesia quería que se preservara el principio de la protección de la vida desde el momento de la concepción y fue satisfecha por el TCP.
El Gobierno, a su vez esperaba que el TCP le sacara las castañas del fuego en un año electoral mediante una sentencia salomónica. De ese modo, el TCP parió una "sentencia envolvente" (que en realidad haría revolcar en la tumba al sabio rey) la cual produjo otro aborto impune del derecho plurinacional.
De yapa, cuatro miembros del TCP nos regalan una perla: constitucionalizan la vida desde el momento de la concepción sin asentarse en argumentos éticos o científicos. Al contrario, tomando en serio la lírica del Preámbulo de la CPE e improvisándose antropólogos, interpretan la “cosmovisión indígena originaria campesina” (léase andina) y desconocen, entre otras cosas, los resultados del Censo 2012 referidos a la identificación étnica, con total desprecio a la inmensa mayoría del país sobre cuyos valores éticos deberían basar sus fallos.
Sin embargo, la obra de arte del TCP ha sido la "gracia" hecha a las ONG’s pro despenalización del aborto. A partir de la constatación de la inaplicabilidad de la ley en este asunto por la inacción de la justicia, el fallo elimina la actuación del juez de modo que el aborto impune puede ser realizado a simple declaración de la mujer embarazada de que cumple los requisitos legales para el efecto.
Si mal no entiendo, el TCP está insinuando que las mujeres embarazadas mientan y ¡asunto cerrado! ¿Querían el aborto impune generalizado? ¡Pues ya lo tienen! Tal vez eso explique la reacción tibia de esas ONG’s ante el fallo.
Quisiera señalar tres consecuencias de este “aborto de sentencia”. En primer lugar, y guardando las diferencias, la sentencia podría ser aplicable, por extensión lógica, a todo delito impune como por ejemplo un homicidio por legítima defensa, despenalizado a simple declaración del homicida. ¡Vaya manera de resolver el hacinamiento de las cárceles! En segundo lugar, sin denuncia ni proceso se introduciría la inaudita figura de la “violación impune”. Finalmente, se estaría induciendo a la mentira para vulnerar un principio teóricamente reconocido como constitucional. En suma, el propio TCP estaría al mismo tiempo cerrando la puerta y abriendo la ventana. ¡La hipocresía hecha ley! Me pregunto si los partidarios de la despenalización, entre los cuales hay personas intelectualmente honestas, estarán dispuestos a servirse de la mentira y el engaño para alcanzar lo que ellos consideran un derecho de la mujer.
De lo que sí estoy convencido es que, ante las razonables dudas que puedan tener los médicos responsables de ejecutar ese aborto de sentencia, se multiplicarán los casos de objeción de conciencia a la cual todo profesional tiene derecho según su ética o cosmovisión que fuere.
(*) Físico
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.