Desde la liturgia del Miércoles de Ceniza está vigente para el mundo cristiano el tiempo de Cuaresma que nos llevará a celebrar la Pascua de Resurrección. Un hecho importante es recodar que el símbolo de la cruz con ceniza representa la conversión de un cambio real de la vida rompiendo las cadenas del pecado para volver a Dios y creer en el Evangelio.
Los prelados de la Iglesia Católica coincidieron en sus homilías del inicio de la Cuaresma al exhortar a los fieles católicos a ser más solidarios con los hermanos que pasan por necesidades especiales y por situaciones de extrema desgracia. Las inclemencias del tiempo han causado severos daños en muchas comunidades del país, la solidaridad humana se ha manifestado con amplitud para socorrer a las familias en conflicto, pero no siempre puede cubrirse todas las necesidades de quienes confrontan problemas, sin embargo el poder de las oraciones puede hacer el resto de consolación y conformidad.
Pasado el Carnaval viene el tiempo de renovación de la fe, un tiempo de peregrinación interior hacia Dios, hacia la Pascua, entendiendo que la Cuaresma no es una penitencia, es más bien un camino de profunda renovación de la fe, una posibilidad abierta para acercarnos al prójimo a través de la solidaridad, la caridad, la comprensión y el deseo de servir a quienes más necesitan de la ayuda humana y material de sus hermanos.
En todas partes, a lo largo y ancho de nuestra patria, se confrontan problemas, los más grandes con el caso de las inundaciones, otros por desacuerdos entre quienes propugnan ideas que no son aceptadas por otra parte de la comunidad que resiste las opciones de armonizar criterios para avanzar sin conflictos ni enfrentamientos, en todas las circunstancias hace falta reavivar el reencuentro con Dios, reconociendo que todos somos pecadores y por lo mismo todos estamos en busca de la conversión que nos devuelva o fortalezca el sentido de vivir en paz al amparo y protección del Divino Hacedor.
Hay que incidir en este tema de profunda reflexión, luego de otros hechos que han acontecido por ejemplo en el caso particular de Oruro, con una desgracia que ha causado víctimas fatales y muchos heridos, una pérdida dolorosa de vidas, durante un acontecimiento en el que se miles de danzantes mostraban su devoción en una peregrinación que se alteró por accidente fortuito, del que ahora hay quienes quieren sacar réditos especiales, convirtiendo la desgracia en un mercado fariseo.
La Cuaresma es un tiempo de reflexión, de preparación para los hechos fundamentales en la continuidad de nuestra vida que debe salir de la rutina egoísta y asumir el cambio de una objetiva renovación de los fines del bautismo que marcan la condición de cristianos, creyentes en la existencia de un Dios Supremo que es el centro de la vida misma, esa existencia que debe servir solidariamente a toda la humanidad.
Es bueno reflexionar en estos días, para eliminar las pasiones egoístas, para romper de veras las cadenas del pecado y vivir en la gracia de Dios, una forma práctica de acercarnos a los demás solidariamente, comprendiendo el dolor ajeno, abriendo el corazón para cumplir los objetivos de amor, comprensión, entendimiento, caridad y sobre todo paz. Seamos católicos practicantes de esa doctrina que nos lleva a la Pascua de Resurrección, que no es otra cosa que la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte.
Fuente: LA PATRIA
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