La tragedia de Oruro y la nula conmiseración humana
10 mar 2014
Por: Nancy Gutiérrez Salas
A más de una semana del luctuoso suceso que nos cupo testificar, más se analiza y más se quisiera dar respuesta al mismo de manera convincente, pero la cabeza y el corazón, más se asombran de actitudes y explicaciones que no explican nada.
El nefasto hecho del 1 de marzo, Sábado de Peregrinación en devoción a la Virgen del Socavón, rótulo concedido a la Entrada antes del domingo de Carnaval, desnudó la ausencia de la “conmiseración” es decir, la compasión por el mal o desgracia ajena; ese valor humano universal pregonado en homilías y todo proceso de adoctrinamiento del catolicismo, basado en un Todopoderoso que envió al unigénito Jesús, cuya madre María, con diferentes nominaciones es venerada en varios lugares del orbe, y Oruro, no es la excepción al respecto.
Y la imagen sacralizada de María, madre de Jesús, pilar de adeptos al catolicismo, tiene varios y valiosos fundamentos de apoyo moral en las sociedades donde se afianzó, al igual que otras religiones, que buscan lo bueno, lo positivo, lo mejor para el ser humano. Al menos, eso se dice en la Regla de oro de las religiones: “Todas las cosas que quieres que los hombres te hagan; hazlas de la misma manera a ellos, pues ésta es la ley de los profetas” (Cristianismo). “Ésta es la suma del deber: no hagas a otros lo que podría causarte dolor si te hicieran a ti” (Brahamanismo). “No ofendas a otros en forma que en tu caso, tú mismo podrías sentirte ofendido” (Budismo). “¿Hay alguna máxima que deba ser ejecutada a través de toda nuestra vida? Seguramente es la máxima de amor y bondad: no hagas a otros lo que no quisieras que te hagan a ti” (Confucianismo). “Considera la ganancia de tu vecino como tuya propia y la pérdida de tu vecino como tuya propia” (Taoísmo). “Nadie es creyente hasta que desee para su hermano lo que desea para sí mismo” (Islamismo).
En suma, el ser humano desde que tuvo uso de razón, inclusive antes de Cristo, buscó el bienestar de, con y entre sus congéneres, mediante el respeto a la dignidad; pero, ¿Qué pasó ante la tragedia de la pasarela desplomada en la ruta de la Entrada, que causó la muerte de gente inocente, entre los cuales estaban los músicos de la Banda Espectacular Poopó?, ¿Dónde quedó la conmiseración que debiera tener todo cristiano ante una tragedia de sangre, luto y dolor?, ¿Por qué quienes dicen que bailan por devoción a la Santa no demostraron su fe católica en los hechos y no sólo en palabras?, ¿Es que fue tan difícil el no sentir compasión por la desgracia de los músicos especialmente y obligarles a cumplir un rol pese a todo?, ¿Cómo no se pudo avanzar en peregrinación con la contrición que demostraron algunos danzarines que sí acuden a la cita por devoción?.¡Qué lástima ser humilde para que lo ninguneen!. Porque hubo voces de “personalidades” que le restaron total importancia a la desgracia refrendados por algún medio que transmitía sin sentido común y menos empatía, apoyados en lo fortuito, que “inmediatamente limpien la sangre y recojan los fierros, la peregrinación a la Virgen debe seguir”; es decir, avanzar sólo hasta el lugar de la muerte con música fúnebre y en adelante debían seguir bailando (implícitamente)… porque no pasó nada ¡! Si la Santa pudiera hablar, ¿querría “eso”?
¿Y los muertos y los heridos?, ¿Estará bien el seguir bailando sobre la sangre fresca y cuando las almas de los difuntos (según creencia cristiana, sino no hubieran ni misas alusivas) seguro estaban todavía ahí, incorpóreas e incrédulas? No, nada justifica la ausencia de condolencia de quienes dicen bailar por devoción y fe religiosa, aquello debió concluir con una romería portando velas o cirios que cuestan mucho menos que una lata de cerveza. Y bailar, se podía bailar todo el domingo y lunes, pese al crespón negro. Aquí tal vez faltó inclusive la palabra de alguna autoridad eclesial, que a veces salen a la palestra hasta para opinar sobre política, pero en su competencia y en el momento, no dijeron nada.
Duele ver a las familias de los músicos fallecidos tan trágicamente que en su humildad e impotencia, comprobaron que no sólo los payasos trabajan con una máscara sonriente, cuando su corazón llora alegrando al público, porque se observó a varios músicos que entonaban melodías en medio de sus lágrimas para los indiferentes, cuya inopia espiritual dejó pasmados a propios y extraños.
Y todo esto se hubiera evitado, si la ignorancia que está en todo lado sin ser invitada, no habría inducido a algunos irresponsables a confundir una pasarela con un palco de donde ver la Entrada devocional, aprovechando la falta de autoridad de quienes debieron precautelar el uso correcto de dicho paso peatonal.
Ésta, es sólo una arista de lo mucho que se espera en el esclarecimiento del infausto suceso que tiñó de luto a Oruro, donde pareciera que sólo la Alcaldesa tuviera responsabilidad, y los demás de la foto, en actitud cobarde se lavan las manos como Pilatos.
(*) Periodista
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