Si la organización del Carnaval de Oruro que ahora es el Carnaval del Mundo fuera planificada, ejecutada con mayor detalle y control de calidad, habríamos evitado la tragedia que viven muchas familias por el deceso de cinco ciudadanos, entre ellos tres músicos de la Banda Poopó, y heridos de diversa consideración, que en principio sumaron 97, producto del derrumbe de una pasarela instalada en la ruta de la “Entrada” donde se lamentó ese siniestro que deja dolor y luto.
La realización del fastuoso Carnaval de Oruro, reconocido por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral de la Humanidad, dejó varias tareas pendientes, entre ellas la adecuada y prolija organización de la mayor expresión de religiosidad popular y esencia de la fe inspirada en la Virgen de la Candelaria o del Socavón, patrona de los mineros, diablos y morenos, que a la vez se constituye en la intercesora entre los devotos danzantes y el Dios de la Vida.
La desventura ocurrida constituye una severa llamada de atención para los responsables de organizar el Carnaval, puesto que se debe pensar siempre en dar mayor comodidad a los visitantes, a los espectadores orureños, porque el Carnaval de Oruro es la festividad religiosa-pagana que pertenece al pueblo, por ser su propiciador y destinatario final, lejos de las expresiones de lucro, desmedido lujo y el consumo excesivo de alcohol, ante la mirada pasiva de las autoridades.
La fiesta religiosa del Carnaval de Oruro se realiza en honor y homenaje a la Virgen del Socavón, hecho folklórico que moviliza a más de 50.000 danzarines y músicos, así como a gran número de personas que se apostan a lo largo de la ruta de la “Entrada” del Sábado de Peregrinación y el Domingo del Corso carnavalero.
El Carnaval de Oruro no se puede ver como un simple espectáculo, sino hay que vivir en mente y espíritu para comprender la magnificencia de este hecho religioso folklórico que se realiza cada año como un milagro en honor y devoción de la Virgen del Socavón, con todos los honores y homenajes dirigidos a un fin supremo, para honrar a la mujer ejemplo de humildad y entrega que nos acerca a la perfección humana, lejos de las actitudes profanas y mundanas de lucro desmedido y el mayor beneficio posible sólo para unos pocos.
Nuestro carnaval es la mayor expresión devocional, porque María del Socavón es el culmen de la fe y de la religiosidad que se expresa en esta imponente fiesta cuya participación de los devotos danzantes exige una agotadora y rigurosa preparación espiritual y física, al menos tres meses antes de la “Entrada” y peregrinación del Sábado de Carnaval, que se transforma en el escenario mayor de los más increíbles ritos pagano-religiosos, durante su realización y cuya esencia devocional está dedicada a la Virgen del Socavón.
Transcurrió más de una centuria para que el Carnaval de Oruro sea reconocido a nivel mundial como el mejor carnaval del mundo, tomando en cuenta que el culto a la Virgen del Socavón se remonta a últimas décadas del siglo XVI, cuando apareció su imagen pintada sobre un tapial, cuyo autor desconocido nos legó el mayor tesoro para tener como esencia la humilde hornacina donde se construyó una capilla que luego de transformó el en Santuario del Socavón, donde es venerada por la ciudadanía y población de los centros urbanos y rurales, de nuestro país y el exterior, siendo cada vez mayor el número de sus devotos que le atribuyen a la Mamita del Socavón incontables favores.
Por eso la peregrinación al Santuario del Socavón para celebrar la fiesta patronal del 2 de febrero, fiesta que es movible y coincide con la realización del carnaval, es una expresión profunda del sentimiento de espiritualidad que viven los danzarines al completar el recorrido de la “Entrada”, que constituye la mejor oportunidad de acercarse a la fuente de la vida que ofrece la Iglesia a través de los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía, que coloca a los devotos en igual de condiciones y elimina las jerarquías, mandos o riqueza de una sociedad de consumo, siendo el Carnaval de Oruro en una fiesta de evidente origen mariano por su dimensión religiosa y de fe.
Si el Carnaval de Oruro tiene esa connotación, entonces habrá que pensar que algo no anda bien, cuando el costo de los asientos se incrementan –año que pasa- hasta 720 bolivianos por butaca, con un precio en bolsa negra de hasta 1.200 bolivianos, resultando prohibitiva la participación de la gente de escasos recursos -que como ocurrió el sábado- tuvo que apostarse en una pasarela para poder ver la Entrada, porque sus ingresos no le permiten adquirir un sitio en una gradería, con el funesto resultado de cinco muertos y 55 personas que permanecen heridas.
A esto se suma la improvisada instalación de las graderías, pasarelas y hasta falta de control que se ejerce durante la realización de la entrada y el corso de Carnaval, puesto que no hay personal especializado y mucho menos entrenado para afrontar este tipo de contingencias, limitándose todos a evitar la circulación de personas a lo largo de la ruta, donde no hay salidas de escape ni de emergencia, lo que salta a relucir en la mala organización de nuestro carnaval.
Todo eso se debe al desmedido afán de lucro, búsqueda de grandes utilidades, antes de garantizar adecuados servicios para los visitantes, a lo que se suma el incremento de las tarifas en la hotelería, los medios de transporte público y hasta la venta de alimentos, que hacen que el Carnaval de Oruro, año que pasa sea prohibitivo. Eso tiene que cambiar y se debe mejorar la calidad del espectáculo, así como los servicios si queremos tener el mejor carnaval del mundo que se realiza en Oruro, en la Capital del Folklore de Bolivia. Ojalá los cambios sean importantes y no se apliquen simples parches o remiendos y se reponga Fundesco como entidad rectora del mayor espectáculo folklórico, religioso y devocional de América.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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