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Domingo 02 de marzo de 2014

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Cultural El Duende

Mario Castro: Premio Nacional de Periodismo 2013

02 mar 2014

En el acto de entrega del Premio Nacional de Periodismo 2013, previo al discurso de recepción del galardón, el periodista Mario Castro Monterrey, se dirigió a la concurrencia con las siguientes palabras

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“Llego a este lugar con dos sentimientos profundos: gratitud y satisfacción. El primero implica el agradecimiento a quienes tomaron la generosa decisión de otorgar a mi persona este galardón, unos postulando con mi nombre una larga trayectoria en la que me he comprometido con genuina vocación, amor apasionado en el desempeño de la misma, principios insobornables para realizarla, y…algunos desvelos. Y en cuanto a lo segundo la satisfacción plena por la procedencia de la distinción, es decir del ámbito acrisolado de la actividad periodística, que agrupa a quienes –con algunos de cerca y otros lejanos– he compartido los afanes que nos acercan al destinatario de nuestra tarea cotidiana de servicio.

Y, a partir de ahora, este hecho me llena de gozo también por sumarme a todos los anteriores Premios Nacionales de Periodismo que conforman la destacada galería de calificados galardonados.

Es enormemente grato recibir este premio junto a otros colegas distinguidos con las Medallas al Mérito y los que, en la última gestión, fueron reconocidos en las distintas áreas en las que se desempeñan y por sus específicos trabajos.

Yo que me valgo de la palabra para hablar o escribir, elegiré ahora, una sola palabra: gracias, para decir gracias a quienes en diferentes medios al ocuparse de este galardón han ponderado a mi persona.

Gracias, por el estímulo recibido de mi familia.

Gracias a mis colegas y otros colaboradores que han trabajado conmigo en distintas épocas,

Y gracias a todos quienes están aquí, esta noche, por su presencia y por su benevolencia de escuchar un breve trabajo que he preparado en relación con el periodismo y la libertad de expresión.

La libertad de expresión y de información se ha relegado muchas veces a una abstracción cuando regímenes autocráticos han conculcado esos derechos y, deplorablemente, en algunas épocas de “democracia despótica” también se ha atentado contra esos aspectos que hacen a un Estado de derecho.

Esos derechos inherentes a todos los seres humanos se constituyen en la esencia de la comunicación y cada uno de sus destinatarios es, en efecto, una célula de ese cuerpo social donde se desarrolla la opinión pública, fenómeno al que también aporta el periodismo.

¡Cuán importante la responsabilidad de quienes ejercen la tarea periodística y cuán importante el respeto a esos derechos por parte de los administradores eventuales del Estado! Desde los dos ángulos no caben equivocaciones; ni el “avasallamiento oficial” ni el olvido de la ética en la información y la opinión.

El exordio de este breve análisis es, en buenas cuentas, una reflexión a propósito de haber adoptado como lema del discernimiento de esta distinción el periodismo y la libertad de expresión. Este tema en el que la Asociación de Periodistas de La Paz ha sido vanguardia de su defensa y ha insistido en su vigencia.

No pretendemos dar una receta, pero cabe puntualizar que es imperativo no alterar los procedimientos capaces del legítimo empleo del periodismo, ni tampoco desnaturalizar la labor normativa jurídica, particularmente si se pregona estar lejos de gobiernos que “fabrican” disposiciones de acuerdo a su interés y las utilizan para acciones represivas contra los hombres y mujeres que también tienen el derecho a ser sus críticos.

Viendo otro ángulo, se ha confundido y se confunde la información con la opinión,  porque los gobiernos no están abiertos a la crítica, pretendiendo reprimir los puntos de vista que no se identifican con lo que quieren imponer. Olvidan que dentro del papel del periodismo está también esa forma de expresión: la opinión traducida en el comentario; aquel que puede contribuir a promover procesos constructivos pero que obtusamente se los consideran “ataques frontales”, sin asimilarlos como criterios orientadores inclusive para su tarea y su responsabilidad de gobernar.     

Aquí, hace mucho tiempo, alguien acuñó una frase llamada a cobrar celebridad: “La prensa es el cuarto poder del Estado” y cuántas veces no se ha justificado. La intangibilidad de la prensa desapareció en distintas ocasiones y sus inmunidades fueron echadas al canasto, junto con numerosos periodistas detenidos, perseguidos, confinados, desterrados y hasta muertos.

Sin embargo no se niega que los medios de comunicación social y esta apasionante profesión del periodismo, consubstancial a esa otra historia que se patentiza en la difusión de la noticia y del análisis de los acontecimientos que reflejan la vida misma del país, son propietarios de una fuerza poderosa, sus opiniones y editoriales, así como la información son instrumentos de influencia. Se puede a través de la libertad de prensa contribuir a la solidez de los cimientos sociales o sacudirlos peligrosamente.

Empero la democracia no garantiza por sí sola la libertad de expresión, así lo advirtió el grupo defensor de la libertad de prensa Reporteros sin Fronteras, institución con sede en París, en un informe reciente. En la lista de 173 países con mayor libertad de expresión, no sorprende que al comienzo figuren las democracias del norte de Europa Islandia, Noruega y Finlandia y al final de la tabla se sitúen Corea del Norte, Turkmenistán y Eritrea. Se destaca con alarma que países como EE.UU. e Israel erosionaron la libertad de expresión, en razón a las preocupaciones de la seguridad. China, a pesar de su esmero en los pasados juegos olímpicos, permanece entre los diez últimos de la tabla. En el escenario más próximo, en América Latina, el país mejor ubicado es Costa Rica, en el lugar número 22 y mucho más abajo en el lugar 140 se encuentra México.

En cuanto a nosotros, Bolivia retrocedió cerca de 50 puestos, cuando hace pocos años se clasificaba bastante bien. Ha cambiado por la simple razón de que la libertad de prensa existe donde hay paz. Esta libertad –no descubrimos nada nuevo– se vio afectada por los hechos cruciales sobre todo por sed de poder o de encono político ocurridos inclusive con enfrentamientos violentos.

(Pasa a la Pág.9)

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