El Alba, un espacio donde las bandas miden fuerzas

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Las primeras horas del Domingo de Carnaval, cuando la luna comienza a esconderse para dar paso al radiante sol, cuando todavía hay parpadeantes estrellas en el firmamento, se mantiene la costumbre de lo que se conoce como El Alba, aquel saludo musical mañanero a la Virgen del Socavón, donde los protagonistas son los miles de músicos que le ponen el matiz necesario al Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

El metal labrado y que tomó forma en las trompetas, bombos, platillos, timbales, tambores, ofrece la majestuosidad de ritmos y melodías, producto de la profesionalidad de sus ejecutantes que en El Alba miden fuerzas, haciendo gala de su potencia y calidad de interpretación.

Esta costumbre, en su mejor momento, se constituía en una de las actividades que fortalecieron la fiesta orureña, que ahora ostenta el título de “Obra Maestra”.

A pesar de ello, todavía existen bandas de música que mantienen la costumbre y llegan hasta la Avenida Cívica “Sanjinés Vincenti” y otros también hasta el atrio del Santuario del Socavón, para deleitar a quienes se concentran en el lugar. Allí el público se contagia del entusiasmo y acompaña con su canto el repertorio que nace de los instrumentos musicales.

El espectáculo, donde todas las bandas ejecutan sus interpretaciones al mismo tiempo, se completa con la variedad gastronomía típica de Oruro.

Ahí se puede degustar del tradicional api, acompañado de una especie de empanada rellena de queso y fritas en aceite, que se conoce como “pasteles”, hay quienes ofrecen también el “k’alapari”, una sopa o mazamorra (lagua) cocida en base a piedras candentes.

También está el “rostro asado” que no es otra cosa que la cabeza de oveja, cocida en horno, incluyendo el cuero y la lana.

No faltan las bebidas alcohólicas en una variada oferta.

Fuente: LA PATRIA