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Viernes 28 de febrero de 2014

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Perspectiva Minera

El Tío de la mina entre el bien y el mal

28 feb 2014

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Quienes saben de la actividad minera, saben también que “no hay mina sin Tío” o más claro aún, no habrá éxito en un emprendimiento de explotación de las riquezas mineras, en las entrañas de la tierra si antes no se dispone un lugar especial para el Tío a la entrada del primer socavón.

El Tío es en realidad una escultura hecha de barro o tierra mineralizada que representa al diablo, estas figuras en algunos casos tienen la medida de un ser normal, en otros se los hace de talla descomunal y sus demoniacas características responden a la imaginación de los trabajadores mineros que se ocupan de dar forma con sus manos al Tío de la mina, una deidad andina que en el pensamiento de sus “adoradores” simboliza el bien y el mal.

¿Cuándo apareció el Tío? Es algo que no se puede precisar, pero antropólogos estudiosos de la materia refieren que hace más de 500 años atrás, esa figura muy rústica por entonces ya se encontraba en las profundidades de los oscuros socavones en las minas de Oruro y Potosí, a las que ingresaban los mineros sin saber con certeza cuándo volverían a salir, entonces en el interior de los parajes mineros pedían protección al Tío que era considerado el dueño de las riquezas naturales y a quien pedían permiso para extraer el mineral.

Las leyendas y los datos de muchos estudiosos coinciden en señalar que la deidad andina que se conoce como el Tío, tiene la capacidad de hacer el bien o el mal, dependiendo de cuánta atención y agradecimientos le ofrezcan sus devotos seguidores. Por eso al observa aún en el tiempo presente la figura del Tío en el interior de las minas, la misma está adornada con serpentinas, papel picado, no debe faltarle buena cantidad de coca y siempre debe tener un cigarro encendido en la boca, además de que cada minero rocía la figura con abundante alcohol puro.

Se cuenta que durante la colonia la Iglesia católica combatió abiertamente la existencia de las figuras demoniacas en las minas, pero fue mayor la voluntad y la veneración de los mineros que se impusieron y restituyeron al Tío de la mina, dando paso a una simbiosis que se observa en la actualidad, cuando en la figura del Carnaval de Oruro salen los diablos del averno para adorar a la Virgen del Socavón, a su vez la “Madre” de los trabajadores mineros. Algo que mucha gente no comprende, cuando se relaciona al diablo de la mina, que en el hecho real y humano del carnaval, muestra a miles de danzantes disfrazados de diablo que luego de largo peregrinaje llegan de rodillas hasta los pies de su Patrona la Virgen del Socavón, cuya figura apareció también en el interior de una caverna, allí donde ahora está el Santuario del Socavón y lugar donde los visitantes podrán ver en el Museo del Templo una réplica del interior de una mina y con la figura de un Tío, con olor a copagira (agua mineralizada) y con los detalles de lo que fueron y son las minas de la rica región andina de Bolivia, único lugar del mundo donde el bien y el mal se funden en un evento de incomparable magnitud, con inigualable coreografía, con la belleza del mejor ballet callejero del mundo y con la muestra de atuendos bordados con hilos de oro y plata, mostrando la riqueza minera del occidente boliviano.

Este es un tiempo propicio para vivir una fantasía que se hace realidad a la vista y el oído, que es como decíamos anteriormente la simbiosis irrebatible entre el bien y el mal, entre la devoción y la tradición, una muestra humana que no existe en ninguna otra latitud del mundo.

Oruro a 3.706 metros sobre el nivel del mar, es una tierra eminentemente minera, aquí cobra vida la deidad andina cuando los diablos del averno ganan las calles bailando con fe y devoción cristiana en honor de la Virgen del Socavón, la Madre del Hijo de Dios.

Bienvenidos al Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, así reconocido por la Unesco. Les deseamos días y horas de entretenimiento y placer, pero también de recogimiento. Que disfruten del mejor carnaval.

EL EDITOR

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