En días recientes se está cuestionando la credibilidad y desprestigio de la justicia boliviana. Muchos culpan al sistema de elección de los magistrados por voto popular, críticas en las que puede entreverse cierto manejo político. El señor Presidente del Estado le ha dedicado sus comentarios, como el de que no ha valido de nada incorporar poncho y pollera en la justicia. Los legisladores reconocen que fue errónea la preselección y elección de magistrados, que la corrupción es la que más afecta a la justicia, etc., etc.
El desprestigio de la justicia no es reciente, viene de lejos, no olvidemos aquel añejo dicho popular de “cuídate de la justicia boliviana”, pero parece que ahora a llegado a su nivel más bajo, exceptuando siempre la probidad de muchos jueces; pero para aquello no es culpable el voto, hay muchas causas y la principal es el sometimiento de la justicia al poder político. En el pasado próximo era un Poder dependiente, porque, casi siempre, los ministros eran elegidos por influencias políticas, aunque en apariencia se cuidaba del mérito de los candidatos. No debe desconocerse que han pasado por la Corte Suprema de Justicia eminentes juristas que dieron brillo a la magistratura.
Entonces, uno de los peores males de la Justicia era su falta de independencia, porque la elección se hacía por el Ejecutivo y el Legislativo, lo que la sometía a la influencia del poder político y de los partidos, sin que las condiciones de probidad, capacidad profesional e integridad moral sean requisitos indispensables. Para acabar con este mal, pretendiendo postular a la Asamblea Constituyente concebimos que el más alto tribunal sea selectivo y electivo, pero este sistema estaba coordinado con la creación del Cuarto Poder Contralor electivo que igualmente contemplaba nuestro proyecto. Este nuevo Poder tenía dos cámaras una de la Contraloría General a la que se la sacó de la esfera del Ejecutivo y la Corte Electoral. Esta cámara, aparte de administrar los procesos electorales se ocupaba de la selección de candidatos no solamente para los órganos judiciales, también para la alta burocracia de los poderes del Estado, como un verdadero Banco Curricular de profesionales especializados para la burocracia administrativa. Para los candidatos a la Corte Suprema la selección debía ser más rigurosa, no solamente el currículum, formación y prestigio profesional, si no sus condiciones morales, de probidad y honradez y recién de esta selección se sometía candidatos a los electores para la votación, en la que los candidatos no podían hacer proselitismo personal.
Véase el libro “Reformas Constitucionales”, Plural Editores. 2006, presentado el 24 de junio de 2006, con que el autor de esta columna postuló como candidato a la Constituyente, sin haber logrado vencer las barreras de la influencia política que se produjo como es costumbre en nuestra cultura electoral. Entonces quedó el libro que distribuimos gratuitamente entre los constituyentes con bastante profusión y pensamos que este trabajo ha tenido influencia o ha sido el origen para la introducción del sistema de voto en la elección de magistrados y para la creación del Cuarto Poder y otras iniciativas.
El proyecto fue bueno, los candidatos a magistrados eran rigurosamente seleccionados por un poder técnico ajeno al poder político y elegidos por voto popular previa información al pueblo de los méritos de los candidatos, luego se sustraía el sistema judicial de la perniciosa influencia política. Pero el proyecto se distorsionó y fracasó estrepitosamente, porque la selección continuó a cargo del poder político y esta vez la voracidad política actuó con mayor fuerza que antes.
El Banco curricular a cargo del Poder Contralor era el mejor tamiz para seleccionar técnicamente a los magistrados vocales, jueces y fiscales a elegirse, única forma de tener un sistema judicial honesto, con probidad y responsabilidad.
bdlarltd@hotmail.com
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