Pocas centurias atrás se observaba a la razón como un elemento estático, algo que deja transitoriamente de moverse o cambiar y con frecuencia no se consideraba la importancia de las emociones. Por el contrario acercarse a la naturaleza de las emociones analizada por la psicología, específicamente por la empírica que se ocupa de las vivencias conscientes como el conocimiento, la tendencia, el sentimiento (emociones) y se esfuerza por descubrirlas exactamente en sus rasgos característicos y mutuas conexiones como en sus relaciones con el inconsciente y la totalidad del hombre, ya que las reacciones físicas y mentales acontecen simultáneamente.
Por la experiencia en la cátedra se pueden observar y registrar una variedad de emociones en los estudiantes. Unos se aíslan y se interesan sólo en las ideas y planteamientos inteligentes: son introvertidos en su tendencia sin llegar al umbral del autismo. Otros son bulliciosos, desinhibidos, rehúyen a la soledad, son amantes de lo altisonante y de los conglomerados: son extrovertidos.
Un buen catedrático debe saber identificar las diversas tendencias y estructuras emotivas de los estudiantes. Un ejemplo patente es el del estudiante enamorado que no se controla ni concentra en el aula y vuela en su sentimiento platónico sin asimilar las clases y acusando bajo rendimiento académico. Piensa en su amada o en la que pretende conquistar como el máximo bien en la vida.
Esta situación que se presenta recurrente en todas las universidades debe ser encauzada por el catedrático estimulando a sublimar esta emoción, que es energía, en una forma más creadora desafiando e incitando al estudiante enamorado a escribir poesía, cuento o novela. Con esta acción el catedrático habrá, preceptivamente, inoculado el maravilloso amor las letras, que será en su vida imperecedero e incontenible.
También el catedrático debe inculcar buenos hábitos posibilitando la estudiante gozar de salud mental y estos hábitos son la creatividad, la concentración y disciplina. Fundamental y decisiva es la actitud del catedrático que nunca es dictatorial, simpatizando con los estudiantes aun cuando le contradigan pues respeta sus opiniones y las reconduce. Estimula la diversidad pues la unanimidad es estéril en la educación.
Todavía, lamentablemente, se utiliza el temor como método de enseñanza amenazando a los estudiantes con pruebas y exámenes y recordándoles que un número de ellos reprobara. Aquí la emoción se manifiesta porque el temor produce aversión a la educación y una voluntad antagónica hacia la misma, causando esa reprochable actitud un daño irreparable en la formación del estudiante. Motivando la creatividad se reflejará ineluctablemente el avance en el interés del estudiante por el conocimiento y la cultura.
Finalmente otro aspecto de consideración es el tiempo libre en la educación actual que debe administrarse inteligentemente, ya que cuando se descansa se pueden analizar los logros y fracasos en la educación con perspectiva. Esto evita ser esclavo de la rutina, que priva de la meditación y la contemplación.
(*) Abogado Corporativo, Catedrático, Escritor, postgrado Arbitraje y Conciliación
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