Martes 18 de febrero de 2014
ver hoy
¿Qué es justo y qué no es justo?, sin duda es complejo definir, depende de los valores ético morales de una sociedad, probablemente para unos lo que es justo para otros no sea concebido así, para evitar estas dicotomías, las sociedades se han dotado de instituciones que administren y dicten sentencias o condenas enmarcadas en los valores de justicia, sin embargo, dos fallas históricas se han dado en el caso nuestro, que los “administradores” del valor justicia, son casi siempre dogmáticos de la formalidad y han sido educados en el derecho romanista, de ahí que la ley está hecha lleno de trucos y trampas.
Asuntos que pueden ser perfectamente resueltos en el ámbito de la concertación de los pares, utilizando principios de objetividad y verdad material, son embrollados por hacer buena letra con el poder, al que debemos agregar la desintitucionalización de la administración de justicia, bajo el fundamento de descolonización a la fecha parece empeorar.
No se trataba de reemplazar: a los de corbata y vestido formal por los de pollera y sombrero o por los ponchos, descolonizar a la diosa Temis transformando su vestimenta, sino se trataba en los hechos que la justicia sea administrada por hombres y mujeres con probidad honestidad y transparencia, (por los mejores calificados no por el poder, sino por mecanismos académicos) aquello que hoy ha sido reemplazado por “justicia” igual dinero, sino veamos a los fiscales, a quienes podemos señalar sin lugar a equivocarnos como los “nuevos amos de vidas ajenas”, para los que la libertad se ha convertido en excepción, (expresado en la multiplicación de detenidos preventivos).