Es por todos conocido que el Carnaval de Oruro tiene su raíz en la devoción a la Santísima Virgen María. Los modestos pero devocionales y marianos orígenes de esta peregrinación religiosa -como nuestra Señora-, se han desarrollado a lo largo de los años, hasta dar origen a lo que hoy es “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”.
Es conocido también, que en los años precedentes, se ha querido dar a esta católica expresión de religiosidad popular un trasfondo sincrético, para lo cual los interesados, inmersos en desviar la esencia mariana de este evento anual, emplean la palabra “simbiosis” en su connotación de “mezcla”, y de una manera ingenua -por decir lo menos- pretenden desconstruir la arraigada devoción mariana del pueblo católico hacia otro tipos de expresiones religiosas.
Hay quienes, a fuer de congraciarse con los mismos, repiten como ecos impersonales, voces designativas que se le ha venido a dar a Santa María del Socavón, a quien el pueblo la llama “Mamita” o “Virgencita”, por otras expresiones, y no únicamente gestos, sino que hay una meta deliberadamente confeccionada para desconstruir la devoción mariana hacia el culto panteísta de la Pachamama (madre tierra), en un forzado proceso que se quiere hacer transitar desde una «despachamización» del campo, (por la «fuerte influencia modernizante», «todos los rituales de producción, decaen, se transforman en folklore y tienden a desaparecer»), hacia una «pachamización» urbana. Es decir, 1) efectivizar una sincretización del culto mariano con la Pachamama, y luego, 2) sustituir el culto mariano por un culto a la Pachamama, en una forzada y consecuentemente pseudo espiritualidad.
Por otra parte, el mundo protestante local utiliza esta y otras expresiones de la religiosidad popular católica como un ejemplo negativo de “idolatría”, como anzuelo para hacer proselitismo en su favor, aprovechándose de los excesos alcohólicos e impúdicos.
Ante esa realidad la Iglesia diocesana local tiene pendiente un trabajo evangelizador sostenido hacia los miles de participantes del baile religioso que se verifica en torno al Carnaval de Oruro, sostenido, porque no puede quedar en manos de unos pocos, que con seguridad no lo podrían abastecer, un trabajo apostólico de tanta envergadura pastoral, y sobre todo de sentido católico-mariano, que no pueden reducirse a encuentros esporádicos en el orden evangelizador, con los grupos folklóricos, y menos cuando quienes tienen esa grave responsabilidad, reducen su ministerio a chacotas, o a apoyar su mundanización.
Es que la verificación anual de la Peregrinación del Sábado de Carnaval en Oruro, no es únicamente ese día, ese día culmina un recorrido de varios meses, que se inicia el primer domingo de noviembre, son muchas semanas de organización, planificación y también de ensayos, veladas, con sus virtudes y excesos.
Si “en nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado, presentando a María como su realización más alta. Desde los orígenes –en su aparición y advocación de Guadalupe- María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes Ella nos invita a entrar en comunión. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del Continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la historia latinoamericana” (Puebla 282).
La pastoral de los santuarios está llamada: 1) a dirigir, orientar y purificar el sentido fundamental de nuestra fe en María integrándola en el sentido salvífico de Cristo; 2) provocar una jerarquización de la fe y devoción, haciendo que las peregrinaciones pasen por el sacramento de la confesión y culminen en la Eucaristía, 3) aprovechar la presencia de numerosas personas que concurren a los santuarios por tan diversos motivos, para orientarlas con una adecuada catequesis, 4) evitar que se conviertan en sólo turismo o en ocasión de explotación económica (cf. Mariología desde Latinoamérica, P. Pío Suárez, smm).
La Religiosidad Popular será válida si resulta en un itinerario, no simplemente un camino, porque sabemos todos, que hay caminos que no llevan a ninguna parte, por muy devocionales o espirituales que pretendan ser.
Si los frutos de la Peregrinación en honor de Santa María del Socavón se expresan en un itinerario de conversión antes que simplemente en un espacio de afloramiento de emociones, en un morir al egoísmo e interés exclusivista; si de parte de los danzarines y músicos se observa una adecuada y religiosa compostura, no solamente durante el recorrido, sino a su llegada y a su salida del Santuario de la Virgen, podemos estar contentos, pero si resulta ser lo contrario de esas actitudes de verdadera devoción a la Madre de Dios, la Peregrinación del Sábado de Carnaval terminará en una maravillosa presentación de vestimentas, danzas y músicas, pero muerta, porque perdió su alma, que es María del Socavón.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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