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Domingo 16 de febrero de 2014

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Revista Dominical

La conciencia y la diablada

16 feb 2014

Por: Estanislao Aquino Aramayo - Past presidente del Comité Departamental de Etnografía y Folklore

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El “yana conciencia” no es un ser mítico, no tiene una leyenda establecida, no está dentro los dogmas de la Iglesia, es sólo una frase para desacreditar socialmente a una persona, que según la comunidad está obrando de mala fe. Es un baldón social.

Yana conciencia, es una frase mestiza quechua-castellana, utilizada para designar a personas que no tienen una conciencia inmaculada, transparente. Esta expresión popular de “Yana conciencia” (persona con la conciencia negra), generalmente, es para referirse al que niega pago justo por un trabajo realizado. Es, también, el que engaña en tratos comerciales. El que niega identidad a un hijo. Siendo autoridad, gobierna mal. El que niega asistencia a sus padres y parientes. En suma está relacionado con el comportamiento humano.

El quechua hablante no tiene una palabra para designar “la conciencia”, utiliza el vocablo de la lengua castellana. Conciencia es donde están los valores del bien y el mal de la persona y según ella será su conducta. Las acciones individuales, es de buena o mala conciencia, visto por el pueblo, como razonamiento calculado y no como una emoción natural, innata en el andino. El que conscientemente, realiza un daño a una o muchas personas, y lo asume como bien hecho, es un “yana conciencia”. Está consciente del mal pero, se convence a sí mismo que está obrando bien. Adormece su juicio de la moral para sentirse limpio de culpa.

El estigma de “yana conciencia”, suele estar en corrillos íntimos, casi en secreto. Puede, el trato, ser de conocimiento general pero, en voz alta sólo cuando hay discusión entre personas y como una afrenta definitiva. Por lo general, todos pueden conocer el trato que recibe el probable “yana conciencia” pero nadie lo dice de viva voz. Cuando se lo dice, es como alguna acusación en broma.

La diablada nunca tuvo una figura con el nombre de “yana conciencia”. Ni puede tener. El ser humano comete el mal y no es la maldad. El humano es tentado por el pecado.

La diablada, comparsa de diablos, es parte fundamental del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por decisión de la Unesco. Ya es “Obra Maestra”. La “tradición” hizo lo que es. Sus creadores son personas “anónimas” del pasado, en la actualidad, sigue siendo la danza “popular” con miles de seguidores. ¿Que requiera retoques para mantenerse vigente? Es posible. El ingenio de la sociedad, su inventiva colectiva, en el momento oportuno y “espontáneamente” le da ese retoque, nadie se atribuye el merito y es folklórico.

El folklore para su vigencia, hoy en día, ¿requiere del apoyo extra folklórico? Es cierto. Comercialmente, los folkloristas apelan a personas o grupos que prestan ciertos servicios relacionados con la actividad folklórica. Los artesanos en el disfraz, los careteros, los músicos de la banda y los compositores, los periodistas y otros están prestando el apoyo al hecho folklórico pero, no son parte de ella. Los que ejercen esas actividades, están vendiendo servicios al folklore. Los que pretenden realizar cambios revolucionarios en la danza o sus figuras, con ideas personales, sin el consenso de la colectividad, es posible que quieran tener el derecho de autor, no están considerados entre los que apoyan al folklore.

Los que venden servicios Al folklore, están sujetos a los requerimientos y diseños del grupo folklórico. Eso no coarta su derecho de autor, en muchos casos son creadores. Su labor la realiza dentro de los códigos y características que dicta la tradición. El salirse de la tradición es distorsión y falsea el hecho folklórico.

La diablada, como danza, se ha ido perfeccionando con el correr del tiempo. Ha llegado a ser arte que atrae los ojos del mundo. Cada conjunto, en su baile y mudanza, ha desarrollado un estilo particular que lo identifica. No es competitivo, es solo eso, una forma de identificación con el público.

El auto o relato es el fundamento de la danza, en ella está lo más esencial de las figuras o personajes de la diablada, incluyendo sus agregados. Las figuras del relato nos señalan quién debe estar y quién no en la diablada. El relato, con la lucha del poder celestial y el poder infernal, señalan el camino que debe seguir el devoto de la Virgen del Socavón.

El anónimo danzante, al bailar, es parte de la llamada tropa, donde cada uno y todos por igual, son los siete pecados capitales (diablos y diablesas). Si usa capa es una figura sobresaliente y representa a los privilegiados del averno. Quien usa pollera, resalta la dicotomía de género que hay en la humanidad, donde implícitamente, está el pecado. Todos sometidos al poder Divino de un Ángel celestial, que con el poder de Dios, redime al pecador. El uso del disfraz y la careta es ineludible para hombres y mujeres. Esas son las figuras de la diablada de Oruro. Caso especial es el condenado, o la consecuencia de la tentación de los pecados. Son agregados prescindibles los que se disfrazan, con la figura de un animal. La diablada es ángel, demonio y condenado.

Los ritos del devoto-danzante de la diablada, son devocionales, sociales, ancestral-nativo y artísticos. Esos ritos son cumplidos por cada conjunto con algunos matices que le da la procedencia social de sus integrantes.

La devoción es fundamento y razón, de que exista la danza de los diablos en nuestro medio social. Está danza, es una de las principales ofrendas bailables a la Virgen del Socavón. Después de los ritos oficiales de la Iglesia, la danza es el testimonio espiritual.

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