La clase media en el limbo de su indecisión política
12 feb 2014
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
Desde tiempos pretéritos el enfrentamiento de clases sociales ha sido un signo muy revelador, el que pudo ser posible gracias al poder y al Estado. Los que eran fuertes materialmente no estaban dispuestos a perder sus privilegios. Inclusive la sociedad primitiva ya ostentaba el espíritu de sociedades desiguales y así se fueron desarrollando los síntomas de la perfidia: primero la sociedad de poderosos y esclavos, después la de los señores feudales y sus vasallos, con variantes tributarias en la América previa a Colón. Más adelante, el proletariado en el capitalismo voraz definió su percepción de las condiciones de organización de la sociedad. Pero, al contrario de lo que se imaginaron Marx, Engels y Lenin, su existencia revolucionaria fue solamente temporal. Ellos no podían haber previsto los avatares de la historia con la lucidez de un mago. Al final eran seres humanos brillantes, pero sujetos a limitaciones.
Hoy, la clase obrera de overol es una vergüenza mayor, el oprobio llevado al extremo de un prebendalismo astuto y traidor. Su rol revolucionario fue sustituido por la orgía del diezmo y, muy probablemente, nunca recuperará su papel histórico. No obstante existe otra clase que durante más de una centuria ha sido tratada como “la quinta rueda del carro”, por ella misma, por sus indefiniciones cobardes, ésta es la clase media, la que si tuviera la decisión suficiente y necesaria podría haber generado una revolución profunda en territorio latinoamericano.
La mayor debilidad de la clase media y, a su vez, su mayor fortaleza, por más que parezca contradictorio, es su diversidad mestiza, la que implica su división en tres estratos: clase media alta (la de menor número), media media y media baja, esta última la más numerosa. Sus características fundamentales se traducen en lo siguiente:
1. Es una clase intelectual por excelencia, dotada de conocimiento debido a su insufrible apego a las aulas académicas o a los libros en caso extremo, al final para estudiar no se requiere imprescindiblemente de un docente, bastan las letras de la producción de imprenta.
2. Tiene una noción clara de nación y de patria, la que es ajena a los movimientos sociales totalitarios tan soberbios hoy.
3. Es una clase arraigada al país. La clase alta solamente piensa en sus vacaciones en Europa y Estados Unidos y la clase baja se reduce a sus odios y venganzas étnicas.
4. No puede alejarse de su condición aunque llegue a la miseria económica, pero no intelectual.
Se puede decir que la clase media es estable en el tiempo. Y la gente de clase baja, por más que haya tenido mejoras en sus ingresos, nunca podrá ingresar al seno de la clase media per se. Lo demás es un eufemismo insostenible. Pero, debido a las deformaciones del totalitarismo masista, y en otros espacios correísta o chavista, por la necesidad de garantizar su subsistencia física, han surgido varias tendencias en el núcleo de esta clase. Por un lado, nos encontramos con la clase media convenenciera y acomodaticia, aquella que se vende al sistema por sostener su régimen de vida, sin importarle los graves daños que causa al país, es prebendal por razón de vida. Hay otro estrato que si bien por trabajo se calla, rebuzna sus broncas contra los fascistas de nuevo cuño de “dientes para adentro”. El término “rebuznar” se refiere a sus odios callados que no transforman nada. Sus rabias son solapadas. Y finalmente están los contestatarios rebeldes, los que manifiestan sus ideas sin temor a la represión política. Son los menos, pero los únicos decentes, aunque ello les cueste el sustento de sus familias. Son valientes y se constituyen en el núcleo de una nueva sociedad, la comunista prevista por Marx y Engels.
El principal problema de la clase media es su inmediatez, detentando los logros del conocimiento podría asumir un rol más revolucionario, no lo hace, pero lo deberá hacer a futuro, superando su cobardía innata. Finalmente, la guerra a Paraguay la ganó la clase media, porque los comunarios fueron incapaces de defender el territorio patrio. Mientras más tarde la clase media en asumir un rol revolucionario más imposible será la verdadera transformación que tanto necesita Bolivia.
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