Aunque no se ha fijado la fecha de elecciones pero que debe efectuarse en alguno de los últimos meses de este año, los partidos políticos, del oficialismo y de la oposición, realizan campañas políticas con miras a conseguir votos de la ciudadanía. Evidentemente, la campaña, mediante la demostración de lo que el gobierno hace, es muchísimo mayor a lo que despliegan las tiendas que figuran como de oposición.
El Tribunal Supremo Electoral – ex-Corte Nacional Electoral – tiene, en estas circunstancias, que jugar un papel muy importante porque el Código Electoral señala condiciones y tiempos muy claros en los que debe efectuarse una campaña con miras a conquistar apoyo popular. No pueden ni deben producirse campañas en base a lo realizado porque el actual régimen de gobierno que cumple su último período conforme a la Constitución, lo que haya hecho lo hizo en cumplimiento de campañas que desarrolló con miras a ser gobierno en esta gestión y, lo realizado, no puede servir para lo que se intenta conquistar para el futuro.
Lo que corresponderá, en su momento, es que tanto el partido oficial MAS, como los que terciarán en las elecciones es que para sus campañas muestren lo que piensan hacer, lo que tienen proyectado, lo que consideran que debe mejorarse o corregirse en el futuro. Es evidente que para captar el favor ciudadano la muestra de lo que se hizo puede servir; pero no ser lo sustantivo, lo básico porque, de ser así, se estaría jugando con ventaja muy grande con las demás tiendas partidistas.
El Tribunal Electoral tiene que ser claro y preciso, conforme a la Ley, para mostrar a todos los posibles candidatos, lo que señalan las disposiciones y hasta el propio criterio moral de los jefes de partido que saben que no pueden ni deben aprovechar lo que hicieron en el pasado porque ellos, si resultan ganadores, no re-gobernarán lo hecho, lo pasado; lo harán, en todo caso, con miras al futuro a partir de cuando sean gobierno o parte del mismo Poder Legislativo, poder al que convergerán senadores y diputados plurinominales – designados “a dedo” – conjuntamente los diputados uninominales elegidos mediante el voto.
La publicidad y propaganda que hagan las corrientes políticas tiene que enmarcarse en conductas de respeto, consideración y responsabilidad; esas campañas no pueden ni deben servir para ofender o lastimar a los rivales circunstanciales como ser los diversos candidatos; tiene que ser esa campaña un medio para mostrar la decencia, la altura, la capacidad, las intenciones y los propósitos que hay para administrar el Estado en caso de llegar al gobierno o a cualquiera de sus instancias.
Es mucho y muy grave el papel que debe cumplir el Tribunal Electoral porque de su conducta depende también la transparencia con la que podría llevarse a cabo todo el proceso en que estará inmersa la ciudadanía que vote.
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