Lo que antes era una Ordenanza ahora es un Decreto Municipal normativo de la preparación y realización del Carnaval de Oruro, en este caso de la gestión 2014, que comienza con la venta de metros lineales para el armado de las graderías, uso de espacios comerciales en toda la ruta de la peregrinación de sábado y corso del domingo de Carnaval.
Una tarea que se repite todos los años, pero que indudablemente mejora cada año, por lo menos en lo que corresponde a exigencias que deben cumplir los compradores de metros lineales y luego los responsables del armado de las graderías, que tienen características especiales y el añadido de ciertos elementos adicionales especialmente de solidez, seguridad y comodidad para contentar a los turistas
Todo evoluciona y en esa lógica es natural que cada año se hagan más exigencias en la otorgación de servicios, aspectos que deben ser regulados y cumplidos por los beneficiarios de la licitación para el armado de graderías.
La definición de ciertas “zonas” de especial requerimiento por parte de los visitantes incide en el precio que se les cobrará por asiento, por uno o dos días, en la Avenida del Folklore, en la Plaza Principal o la Avenida Cívica donde se ubican ciertas graderías, las más cómodas y por supuesto también las más caras, se trata de las zonas turísticas, muy solicitadas por las agencias de viaje del interior que incluyen en sus ofertas, asientos en el “mejor sitio” para disfrutar del espectáculo.
La Municipalidad de Oruro es la que corre con una fuerte inversión antelada a la realización del Carnaval, gasta en el arreglo de toda la ruta de la entrada, las calles y su iluminación, limpieza de las mismas, instalación de baños higiénicos y atención de servicios de emergencia. Por lo que se conoce casi siempre pierde pues no logra compensar sus gastos con los ingresos por venta de los metros lineales para el armado de graderías. Este es un asunto que cada año se estudia, se habla de soluciones y al comienzo de otro carnaval, las cosas se suceden casi mecánicamente.
Cuatro kilómetros de recorrido para los devotos danzantes, está cubierto en las aceras de ambos lados por graderías de todo tipo, ocupando metros lineales adquiridos al municipio bajo ciertas modalidades, en las que no se admite el uso de espacios para la venta de bebidas alcohólicas, pero sí de otro tipo de refrescos y comidas, de ahí que existe una saturación de esos espacios dificultando el tráfico de personas durante el desfile vernacular.
Las entidades responsables de la organización del Carnaval, caso de la Alcaldía, la Asociación de los Conjuntos Folklóricos y el Comité de Etnografía y Folklore deben establecer conjuntamente una normativa que regule el buen uso de espacios, la seguridad de los espectadores y también de los danzarines, haciendo que ciertas prohibiciones contenidas en ordenanzas y posiblemente en el decreto municipal, se cumplan drásticamente, única manera de darle mayor brillo al espectáculo reconocido como la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
El juego con agua ha disminuido relativamente, pero no el uso de espumas cuya composición química afecta cabellos y piel de las personas y cuyo uso debería ser prohibido, con lo que se ofrecería un espectáculo más limpio y menos molestoso. Aún hay tiempo para evitar la introducción de ese nocivo material al mercado local, la Aduana debería tomar parte en esa misión.
Fuente: LA PATRIA
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