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Domingo 09 de febrero de 2014

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Revista Dominical

Las Illas, Alasitas y el Calvario: Un atavismo cultural latente

09 feb 2014

Fuente: LA PATRIA

Por: Dr. Antonio Revollo Fernández - Historiador

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I. EL PATRÓN CULTURAL A

TRAVÉS DEL MINIATURISMO

Los cronistas de primera época quedaron sorprendidos cuando en el área panandina se utilizaban elementos en miniatura dentro sus oblaciones es decir formas de representaciones simbólicas como animales de la región particularmente llamas, vicuñas, alpacas y cérvidos, también, casas-terrenos, y otras formas pequeñas que arraigadas dentro la psicología de aquellas sociedades pretéritas se mantuvieron pese a los extirpadores de idolatrías y profundas catequesis evangelizadoras del periodo colonial, que sin embargo, con el transcurrir del tiempo y espacio en cada lugar adquirieron su propia personalidad, sello de identidad que son peculiares a cada región, es el caso del “ekeko” y las alasitas en la zona de Chuquiago marka (La Paz), el calvario en Jururu (Oruro) y otras regiones, con variaciones y modificaciones en su forma pero no en su contenido, es decir, la identificación mágica del devenir, en términos de suerte, abundancia y salud, teniendo al presente resabios culturales de carácter atávico arraigados que perduran hasta hoy, expuestos particularmente en las fiestas patronales de nuestro país, denominados “illas” , alasitas y calvario.

En la preparación de las ofrendas llamadas “mesas del banquete aymara” entre sus elementos se observa diminutas figuras de plomo llamadas “chuichi”, de igual manera las mismas figuras están presentes en las alasitas con el nombre “illas”, pero también de otros elementos como yeso, madera, vidrio y otros elementos sintéticos. Oblitas Poblete en su obra “Cultura Callawaya” sostiene “Las Illas, zona amuletos que tienen forma de llamas, ovejas, alpacas, etc., o sea ganado de toda clase, piedras preciosas, raras o de gran tamaño, las monedas antiguas también se llaman Illas; estos amuletos tienen el objetivo de procurar el procreo del ganado, la protección contra el rayo, las enfermedades, el zorro, los cóndores, etc. Las piedras preciosas, pepas grandes de oro, la piedra bezoar obtenida del hígado de los venados, llamas y vicuñas, las piedras obtenidas de los aerolitos, y conchas marinas son illas que tienen por objetivo llamar la fortuna. Las illas de plata, son monedas antiguas que se colocan en bolsas de guardar dinero y en las cajas fuertes para que atraigan la plata y esta acumularse en cantidades considerables”.(1)

Resulta interesante la descripción que realiza Gustavo Adolfo Otero sobre la piedra bezoar como principal elemento mágico “que extraían del estómago de los rumiantes como vicuña, alpaca y llama. La piedra bezoar tan quimérica como la piedra filosofal, suma y compendio de toda magia, que servía para curar enfermedades, como para atraer la riqueza, atraer todos los bienes y alejar el mal en todas sus formas. Era el más alto talismán de felicidad”.(2) En ese marco se inscriben, también, las “illas” o talismanes en sus formas diversas como miniaturas acompañando al hombre y mujer en sus quehaceres cotidianos en busca de prosperidad, bienestar y fortuna.

II. EL EKEKO Y LAS ALASITAS

Tschopik (1946: 549) describe un uso precolonial de las miniaturas en el área de La Paz, donde se entierra la placenta de un recién nacido acompañada de implementos agrícolas en miniatura, en el caso de un varón, o de utensilios de cocina, en el caso de una niña. Presumiblemente se expresa la aspiración al papel productivo que los niños jugarán en su futuro. Asimismo, la presencia de miniaturas en las tumbas precolombinas, ¿insinúa que aquellas eran consideradas como una forma simbólica de ofrenda? (es decir, que ¿representaban el deseo de dar jarrones de chicha de tamaño natural a los muertos?) ¿O fueron consideradas como una manera de comunicarse con los muertos, tal vez apelando a su poder y pidiendo que intercedan, para lograr mayor productividad de las cosechas o animales?”, se pregunta el autor citado en supra.

Resulta sugerente que “la cultura Tiawanacota, alrededor del 22 de diciembre en la celebración del solsticio de verano denominado “Capac Raymi”, se deslizaban ofrendas religiosas a sus deidades para que les traiga buena suerte, ofreciendo miniaturas de cuanto anhelaban poseer o alcanzar (Posnasky, 1942:19). Ponce Sanjinés y Rigoberto Paredes, desarrollan una investigación en torno a las miniaturas antropomorfas con elementos fálicos y gibas que, en opinión de ambos, corresponden a la época del Incaico y definen en su análisis como los predecesores del Ekeko, figura que desde la colonia fue popularizada como el dios de la abundancia”.(4) A partir de las versiones antropológicas e historias las illas estuvieron presentes en las culturas Tiwanaku, Inca y Aymaras con similares significados socioculturales, en su origen. Fueron objetos relacionados a la cultura agrícola de la zona andina y estaban referidas a las fecundidad”, Posnasky, Ponce Sanjines y Rigoberto Paredes.

En el departamento de La Paz está arraigada la práctica cultural con el nombre de “alasitas”, que se festeja cada 24 de enero que de acuerdo a Ludovico Bertonio en su Diccionario de la Lengua Aymara “alafhita”, significa “comprar con la proposición NA de precio y persona, por ello el vocablo. “Alacamana”, es mercader o el que vende en el mercado”. De manera concreta alasita es “cómprame”, es decir es el espacio donde se venden y compran elementos mágicos, donde el “ekeko”, para otros “Iqiqu” es el personaje central del miniaturismo que “está relacionada con la abundancia de dones presenta un trasfondo productivo en consonancia con la etapa del ciclo agrícola en que se celebra, el risueño jorobado parece ser testigo principal del crecimiento de los productos, cuyo florecimiento pronostica el éxito de las cosechas”.(5)

El “ekeko” es un diosecillo en miniatura con joroba y falo erguido, que la misma por el proceso transculturizador ha sido cambiado por la supuesta imagen de Sebastián de Segurola. Como la historia conoce luego del sitio protagonizada por Túpac Katari cerca de noventa días la hoyada de la ciudad de La Paz sometida al hambre miseria y muerte, los paceños criollos y mestizos luego de una incruenta lucha fueron liberados por Segurola. De ahí que la figura del ekeko haya cambiado de fisonomía por el que se conoce en nuestros días y que su presencia es más fuerte en el sector urbano que en el área dispersa. Dicha preeminencia el “ekeko” en el sector urbano que en el sector rural no será también una vieja reminiscencia en los meandros psicológicos del hombre y mujer aymara del proceso liberador de Túpac Katari en Peñas que fue derrotado y luego descuartizado por los españoles, muriendo también su mujer Bartolina Sisa, precisamente ¿en la actual Plaza Murillo?.

Actualmente el Ekeko es “el protagonista auténtico de la fiesta de alasitas es un ser de aspecto bonachón regordete, risueño, cargado de toda clases de objetos y bienes en miniatura. Su nombre es Iqiqu”, antigua divinidad de la suerte y la abundancia” y entorno a dicha figura principal se efectúa las “alasitas” término Aymara que significa cómprame y que los objetos en miniatura particularmente, en torno al “ekeko”, que adquieren sacralidad particularmente cuando son bendecidas por el yatiri (el que sabe) sacerdote andino que abrirá el camino de pretéritos deseos y esperanza simbolizadas en miniaturas en espera de su materialización futura.

III. EL INTERCAMBIO Y

RECIPROCIDAD DE DONES

EN LAS ALASITAS

En algunas comunidades andinas aún se puede observar que los niños realizan pequeñas figuras de los animales en base a la quinua llamada “quispiña” los cuales son intercambiadas con monedas de corte menor y que luego de jugar se las comen. (6) También los mayores realizan figuras pequeñas de greda de animales como, vacas, llamas ovejas, cerdos, etc., cuya práctica esta ligada con la producción agrícola y crecimiento vegetativo de su ganado. En esa línea Rigoberto Paredes afirma: “Son intercambiadas con monedas dado en llamar Alasitas a la fiesta que se celebra en determinadas fechas del año y en las cuales se realizan actos burlescos e irónicos, se hacen en el lugar pequeñas y ligeras construcciones de edificios y se exponen y se venden objetos de arte en miniatura. Esta fiesta, probable rezago de alguna otra de época precolombina, se la realiza hoy desfigurada y mezclada de costumbres importadas por los españoles- prosigue- Esta es una fiesta que está muy generalizada en el país, la idea dominante es de que las adquisiciones hechas en broma, suelen convertirse en realidades en la vida ordinaria”.(7)

Uno de los elementos claves de la cosmovisión andina es el de la reciprocidad, práctica arraigada en las naciones originarias con fuerte influjo en los citadinos por el desarraigo permanente del mundo rural hacia las ciudades, de ahí que, las alasitas hoy por hoy se han convertido en espacios simbólicos de deseos de reciprocidad entre los oferentes y creyentes, ahora convertidos en vendedores y compradores de ilusiones. Sobre este particular de manera magistral la antropóloga Luz Castillo Vacano afirma:“La Feria de Alasitas es el mercado de las miniaturas, pero más que eso, es el mercado de los sentidos, sentidos que expresan deseos, deseos individuales que por ser muchos y similares, se hacen colectivos. Este colectivo es el universo que abordamos, porque la Feria de Alasitas es el UNIVERSO DE LOS DESEOS, por tanto, el universo de los sentidos. Estos sentidos van vienen y retornan entre creyentes y entre deidades”.(8)

Mas abajo sobre la reciprocidad se indica: “Acorde a la teoría de la reciprocidad propuesta por Dominique Temple (2003), existen dos lógicas de relacionamiento que históricamente han desarrollado los diversos pueblos. Por un lado, la lógica del intercambio y por otro la lógica del don de la reciprocidad”. Ratificando lo anterior-prosigue- Castillo Vacano:” En la Feria de Alasitas encontramos dos formas de reciprocidad bilateral, la que se estableces entre las personas: reciprocidad social, y la que se estableces entre las personas y las deidades reciprocidad ritual”.(9)

IV. EL CALVARIO DE ORURO

Desde épocas remotas en el “taypi de Jururu” (ciudad de Oruro) significaban espacios sacralizados consideradas WACAS sagradas particularmente el sitio donde está el Santuario del Socavón, montículo de permanentes peregrinaciones de las comunidades altiplánicas hacia las costas del Pacífico (Tarapacá) y de regreso hacia sus lugares de origen trayendo elementos mágicos como las conchas marinas (mullu) muy cotizada entre os originarios. Por tanto, la explanada del cerro Pié de Gallo se entregaban y realizaban sacrificios en homenaje a sus deidades tutelares mediante la Wilancha de sangre de llamas, vicuñas y alpacas. De acuerdo a Zenobio Calisaya allí se realizaba e ritual de caza de la vicuña (WARI) llamada “AYLLO”, libaciones mediante “la challa” y sacrificio de llamas y vicuñas con el rociado de la sangre o “Wilancha” que son rituales mediadores entre el Jaqui (hombre-mujer) y los “ajayus” (espíritus) y la “pachamama” (madre tierra).

En dicho sitio sacro, pequeña colina, mirador natural, posteriormente con la presencia española se suplantaron las WACAS con la cruces del cristianismo primero de una ermita, Iglesia y finalmente en Santuario del Socavón y obviamente la liturgia católica fue militante dentro la profilaxis educativa mediante la conversión de los nativos donde se representaba en el CALVARIO del Gólgota al actual montículo y explanada al pie del cerro Pié de Gallo, sitio adoratorio del Dios Uru WARI, y su alter ego “TÍO”. Por tanto, al producirse una mixigenación cultural y sincretismo religioso dicho espacio mantuvo su sacralidad y el miniaturismo como actividad mágica permanente con el nombre del CALVARIO pero, ya no como la rememoración y sacrificio de Jesucristo en el suplicio de su crucifixión, sino un espacio para alcanzar la felicidad a través de la magia de las alasitas.

Finalmente una de las características del Calvario de la ciudad de Oruro es la ética lúdica de los juegos que mediante sorteos se rifan objetos en miniatura como utensilios de cocina, abarrotes, diminutas herramientas de trabajo, automóviles, carteras, maletas, prendas de vestir pequeñas, como títulos académicos de todo nivel, billetes de corte nacional, dólares americanos hasta euros, así como figuras pequeñas del Carnaval de Oruro, como diablitos, morenos, tobas, tinkus, callawayas, ángeles, osos, etc, finamente trabajadas por los artesanos entremezcladas con las llamadas rifas de las famosas tortas, animales, chamuñas (dulces), a través de las llamadas suerte con blanca y suerte sin blanca, de carácter aleatorio y el maremágnum de juegos de azar como lotas, naipes, tiro al blanco, ruletas, etc., ahora bajo el manto protector de la Virgen de la Candelaria patrona de los orureños.

(1) (*) En la mayoría de las poblaciones pequeñas o grandes de nuestro país existe o se encuentra un calvario donde se realiza una peregrinación en espera la salida del Tata Inti con el nombre de Alba, al siguiente día después de una festividad religiosa.

N O T A S

ALBO Javier, BARNADAS Josep María, “La cara campesina de nuestra historia” , Edit. UNITAS, La Paz-Bolivia 1985

BERTONIO Ludovico, “Dicionario de la lengua aymara”, (1622) Edit., CERES,MUSEF, IFEA, Cochabamba-Bolivia, 1982.

CASTILLO V. Luz, “ La Feria de Alasitas como espacio social de reciprocidad”,(Alasitas Universo de deseos), Edit. Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia-Museo Nacional de Etnografía y Folklore, La Paz-Bolivia 2011.

FERNÁNDEZ J. Gerardo, “El banquete aimara”, Edit. HISBOL, La Paz-Bolivia, 1995.

OBLITAS P. Enrique, “Cultura Callawaya”. Edit. Camarlinghi. La Paz – Bolivia 1978.

OTERO Gustavo Adolfo , “La Piedra Mágica”,Edit., Juventud, La Paz-Bolivia, 1991.

PAREDES Rigoberto , “Mitos, Supersticiones y Supervivencias Populares de Bolivia”. Edit, ISLA, La Paz –Bolivia,1995.

PONCE CARLOS, Tunuoa y ekako. Arqueologia y Tradicion, Edit., Los Amgos del Libro, La Oaz-Bokivia, 1969.

JIWAKI, Revista Municipal de Culturas, No. 01, enero, 2008. La Paz-Bolivia.

Fuente: LA PATRIA
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